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...o këmamëll, voz del mapudungún: "corazón del árbol", el centro, el meollo...

lunes, 16 de septiembre de 2019

Métrica rebelde para la evocación de la mesilla // Vaso encendido



Más que epígrafe o pie de foto.

Captura de pantalla perteneciente a una publicación del 4 de enero de 2017. La foto de dicha publicación la tomó un amigo en medio de una tertulia en La Casa de Argimón  los primeros días abril de 2013, con lo cual el tema de la definición de mesa de luz y la poesía que conlleva me acompaña desde entonces.
Aunque la mesita de luz que aparece resignificada en biblioteca es la misma que estaba en la habitación de la infancia y adolescencia de mi hermana y mía. Es decir que en 1974 esa mesilla estaba en medio de dos camas, tal vez con un velador encima, tal vez con algunos libros, seguro de color marrón y con marcas de rasguños de gato a ambos lados. Con las mudanzas, la mesilla también tuvo sus metamorfosis. 
Un día leí un hermoso poema de Antonio Requeni , El vaso de agua, creo que fue el primer poema que leí de él, me pareció bellísimo y empecé a resignificar objetos y repreguntarme por mis propios rituales. Uno de los objetos fue la mesita de luz.
Y en mi afán de buscar otras denominaciones para ese objeto  recorrí la red y encontré la definición que aparece en la captura. El poema de Requeni es el poema de Requeni pero descubrí algo de poético también en esas wikipalabras: los nombres asociados con la noche, los objetos personales que pueden allí depositarse, uno o más cajones que guardan vaya a saber qué según cada persona, los ritos de leer o despertar.
Fiel a mi estilo, ya no uso esa mesilla como tal, en su lugar y más allá de él, lo que me sirve
como mesa de noche es una para televisor que me regaló mi amiga. Un objeto muy
querido para ella porque lo construyó su cuñado. -¿La querés?- me dijo un día. -Ya sé que no tenés televisión pero a lo mejor te gusta-.
 A ella esa mesa le había quedado chica (como a mí, la mesilla) y ahora me viene bien con todo lo que le puedo colocar encima.
Volviendo al poema de Requeni que me quedó dando vueltas desde que lo leí y conmoviéndome ante el hecho de la comparación del elemento vital agua con su madre, alguna vez hice referencia a ello en un caligrama, quiero confesar que hay dos líneas que son un humilde homenaje a la belleza de Requeni.

Libre asociación de ideas para algún poema.

El agua, el vaso, la mesilla de noche, la aureola que queda, la lámpara, las cintas de colores colgando de ella, los libros, la colección de objetos pequeños, el celular en lugar del despertador, la evocación de la madre, mi madre dándome la mesita de mi niñez, la mesita usada como biblioteca, la nueva mesa, la suerte de mesita de luz hecha con cajones de verdulería, el velador elaborado con una botella de cerveza, la poesía de Requeni, el útero (el de mi madre, el de la tuya, el mío), el encuentro con Requeni, la cumbre del agua, el derecho al agua, elamoralagua, el 75% de nuestro cuerpo, nuestro cuerpo recostado sobre la cama al lado de la mesilla, el poema de Requeni, tu cuerpo y el mío entre dos mesillas.




El agua del poema de Requeni,
un recuerdo evocado con palabras,
la sed nocturna, el derecho a las gotas,
y el cuarto compartido con dos camas.
En ella está la infancia,
una porción de juventud
y un secreto que de otra cosa,
en su único cajón, se disfraza.

Tantos signos allí durante años,
tantos retos, tantas horas amargas,
junto a la aureola de apoyar la taza,
alguna cosa perdida y encontrada
y el despertador todas las mañanas.

En casa siempre fue "mesa de luz"
aunque hay otras formas de llamarla.
Y a mí su poesía me conmueve
en tantos modos de nombrarla.

Aunque no tenga a quien felicitar
por el invento
con estas palabras al menos
rendir honores intento.

¿Vos te acordás de cuando armamos una con cajones?
De frutas, de verduras, pintura de varios colores
y un velador bien loco que sacamos no sé de dónde.

De todo encontramos en ella, 
y aunque el Feng Shui no lo aconseje,
al igual que el sinfín de papeles,
la pila de libros cada día más, crece:
todos parecen ser "pendientes".

Hoy sube un gato curioso, mañana vuelve,
con sus pies de felpa su estructura apenas mueve.
Pasa el tiempo y las confesiones reaparecen,
más que en la almohada y en las nostalgias 
entre poemas y cuentos leídos en voz alta.

Si me preguntaran por el presente
si es que tal vez a alguien le interese,
el paisaje es éste:
una mesilla y la otra,
a cada lado de la única cama
y tu cuerpo y el mío entre ambas.








sábado, 7 de septiembre de 2019

Amaranto


~~~
Amaranto puro en la arrasada tierra.
Corazón abierto en la asomada desértica e impúdica.
Fuiste un paso adelante, siempre un paso adelante.
La sombra del éxito sojero en el país del hambre.
Y la necesidad humilde.
Fuiste el tiempo mismo en el más crujiente
de nuestros espejos.
~~~
Me niego a llevarte como estandarte
de una lucha de otros.

Vos pusiste el cuerpo de verdad.

Néstor Elías.

domingo, 1 de septiembre de 2019

💧 𝐂𝐀𝐍𝐓𝐎 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐀𝐁𝐔𝐄𝐋𝐀 𝐆𝐑𝐈𝐋𝐋𝐎 𝐀 𝐋𝐀 𝐋𝐋𝐔𝐕𝐈𝐀💧


Ch'illchi, ch'illchi paritay
Ch'illchimullaypuni, ch'illchi paritay
Ch'illchi, ch'illchi paritay
Ch'illchimullaypuni, ch'illchi paritay
Ch'illchillay, ch'illchillay
Ch'uwa, ch'uwa, ch'uwa, ch'uwa yakitu
Ch'uya, ch'uya, ch'uya, ch'uya paritay
Ch'illchimuy, ch'illchimuy
Ch'illchi, ch'illchi paritay
Ch'illchimullaypuni, ch'illchi paritay
Ch'illchimullaypuni, ch'illchi paritay
Ch'illchi, ch'illchi paritay
Ch'illchillay, ch'illchillay
Ch'uya, ch'uya, ch'uya, ch'uya paritay
Ch'illchimuy, ch'illchimuy
Ch'uwa, ch'uwa, ch'uwa, ch'uwa yakitu

Sigue lloviendo, sigue lloviendo
Suave, suave, lluviecita
Siempre llueveme, suave lluviecita
Suave, suave, lluviecita

Siempre llueveme, suave lluviecita
Pura, pura, agüita.
(se lo está pidiendo a la lluvia)
Pura, pura, pura, lluviecita
Llueveme, llueveme!