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...o këmamëll, voz del mapudungún: "corazón del árbol", el centro, el meollo...

sábado, 30 de julio de 2022

El pueblo de la dignidad contra la muerte disfrazada de progreso/ Epígrafes para Andalgalá


Estábamos en Choya, habíamos compartido alimentos, abrazos, bailes, canciones y charlas 

como en una auténtica celebración familiar.









Quienes salimos a caminar después, nos encontramos con un puente peatonal, colgante, 
oscilante, de ingeniería inesperada y maravillosa. Lo cruzamos.






Pasamos luego algunas curvas y subidas por una calle de tierra admirando el paisaje con el 

cerro guardián a nuestras espaldas, la vegetación y la sencillez de las casas.

A mí, como suele pasarme en los recorridos, todo me traía un recuerdo de la infancia, aunque era la 

primera vez que pisaba esas tierras.

Por ejemplo, el patio de los abuelos, cuando vi en los árboles a las gallinas ya dispuestas 

a pasar la noche aunque todavía era de día.

O cuando estuvimos con Antonio, recién bajado del cerro donde está resistiendo 

el acampe digno de este hermoso pueblo y conversamos con él naturalmente 

como si nos cruzáramos con el buen vecino del barrio.




O cuando en una vuelta del camino empezamos a escuchar el atardecer de los pájaros 

entremezclado con voces humanas que venían de más lejos y se nos añadió un ingrediente 

misterioso a la caminata. Y nos miramos las cuatro de modo cómplice, con la certeza  de que, 

por más que nos apuráramos, nos perderíamos igual la ronda que provenía de esas voces, 

el abrazo comunitario de "hasta la próxima", la última travesura, tal vez, antes de irnos.

Lo cierto es que, desde donde estábamos, nos sumamos alegremente al coro, al canto unánime 

de "fuera las mineras" que retumbó hasta el otro lado del río.




Otro día les voy a hablar del río si es que él no se me adelanta como suele hacer con su 

voz ancestral de piedra y agua, pero ahora quiero contarles lo último, 

aun más maravilloso que el puente del principio.

En la puerta del micro que nos llevaría de vuelta a Andalgalá estaba afirmado Raúl, 

otro guardián del cerro que no quería dejar de agradecer y saludar a quienes íbamos subiendo. 

Allí nos despidió como quien dice "hasta que volvamos a encontrarnos", 

sonriente y luminoso como siempre. 




Estábamos en Choya, habíamos compartido alimentos, abrazos, bailes, canciones y charlas como en una auténtica celebración familiar.

Quienes salimos a caminar después, nos encontramos con un puente peatonal, colgante, oscilante, de ingeniería inesperada y maravillosa. Lo cruzamos.

Pasamos luego algunas curvas y subidas por una calle de tierra admirando el paisaje con el cerro guardián a nuestras espaldas, la vegetación y la sencillez de las casas.

A mí, como suele pasarme en los recorridos, todo me traía un recuerdo de la infancia, aunque era la primera vez que pisaba esas tierras.

Por ejemplo, el patio de los abuelos, cuando vi en los árboles a las gallinas ya dispuestas a pasar la noche aunque todavía era de día.

O cuando estuvimos con Antonio, recién bajado del cerro donde está resistiendo el acampe digno de este hermoso pueblo y conversamos con él naturalmente como si nos cruzáramos con el buen vecino del barrio.

O cuando en una vuelta del camino empezamos a escuchar el atardecer de los pájaros entremezclado con voces humanas que venían de más lejos y se nos añadió un ingrediente misterioso a la caminata. Y nos miramos las cuatro de modo cómplice, con la certeza  de que, por más que nos apuráramos, nos perderíamos igual la ronda que provenía de esas voces, el abrazo comunitario de "hasta la próxima", la última travesura, tal vez, antes de irnos.

Lo cierto es que, desde donde estábamos, nos sumamos alegremente al coro, al canto unánime de "fuera las mineras" que retumbó hasta el otro lado del río.

Otro día les voy a hablar del río si es que él no se me adelanta como suele hacer con su voz ancestral de piedra y agua, pero ahora quiero contarles lo último, aun más maravilloso que el puente del principio.

En la puerta del micro que nos llevaría de vuelta a Andalgalá estaba afirmado Raúl, otro guardián del cerro que no quería dejar de agradecer y saludar a quienes íbamos subiendo. Allí nos despidió como quien dice "hasta que volvamos a encontrarnos", sonriente y luminoso como siempre. 

Patricia Morante.


https://agenciatierraviva.com.ar/la-turbiedad-de-las-aguas-del-rio-choya-la-turbiedad-de-los-procedimientos-mineros/


lunes, 25 de julio de 2022

Ayudame a mirar / Epígrafes para Andalgalá

FOTO 1

Cuando las vi, interponiéndose entre mi lente y el cerro, de cara a aquella mañana nevada, me acordé del relato de Galeano en el que un niño que no conocía "la mar" lo descubre por fin detrás de los médanos y le pide emocionado a su padre que lo ayude a mirar.

Ese sábado de julio de llegada a Andalgalá volvimos un poco a la niñez ante el espectáculo de la nieve, la belleza, ese recreo exacerbado ante la vista.

Nuestro propósito no era turístico, pero lo fue por algunos momentos. Nos sorprendió gratamente el paisaje. Sin embargo, el "ayudame a mirar" estuvo en las entrañas de la preparación de este viaje y del largo viaje en sí. Estuvo a la vuelta, esa vuelta larga que aún perdura. Porque, no sé si les pasa a ustedes, a mí se me hacen inmensos los regresos, no tanto por las horas que llevan, sino por los tiempos que se van tejiendo entre las hebras de los recuerdos, la intensidad de lo vivido, las intenciones que se encienden aquí y allá. Ése es un paisaje infinito en el corazón para el que también necesitamos otras miradas.

Ayudame a mirar si me dan los números, ayudame a mirar qué hay para llevar que sirva al acampe, ayudame a mirar el recorrido, ayudame a mirar a Enzo, a Edu, a Rosita, a Rita, a Paulina, a Ximena, a Antonio... ayudame a mirar a Raúl que en esta lucha, y no es paradoja, es uno de los que mejor nos ayuda a mirar.

Ayudame a mirar el río seco, ayudame a mirar a tanta altura y con tanto frío el acampe de Choya.

Ayudame a escuchar, a entender, a tejer, a tomar fotos, a comunicar, a escribir poesía.

Ayudame a decir.

(Acá hago una pausa para que vos pienses o escribas tus "ayudame" para esta lucha)

............................................................................................................................................................

Ayudame a escuchar no sólo las canciones, pero también las canciones.

Ayudame a mirar no sólo la maravilla, pero también la maravilla.

Porque si en este recorrido no nos empecinamos en alzar la voz por el agua en todos sus estados, el cerro, la vida, el amor, entonces ¿qué estaríamos defendiendo?

Cuando las vi, a Yani y a Mariela, de cara a aquella mañana nevada tuve la intención de chistarles para que se dieran vuelta. Pero, claro, tal vez el epígrafe hubiera sido otro... 

Patricia Morante

Andalgalá, 16 de julio de 2022, en contexto de la  Caminata 650 por la Vida, en un colectivo que llegó dentro de un colectivo°.


°Delegación Plurinacional y Federal, formada por integrantes de diversas organizaciones y asambleas (en defensa del agua y de la vida, contra la Megaminería contaminante, saqueante, destructiva) viajó en el Che Bondi del 16 al 18 de julio de 2022.

https://www.facebook.com/photo/?fbid=10228417732256665&set=a.2857051593696