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...o këmamëll, voz del mapudungún: "corazón del árbol", el centro, el meollo...

lunes, 2 de mayo de 2011

Poder e impotencia.


Ahí estaba él, justo en el centro, desplegando su soberbia. Disparaba una mirada oblicua y, con ese ademán habitual, ordenaba, como filosos latigazos, las humillaciones.
Él, con su llamativo traje, mirando desde su altivez, sonriendo mordazmente, triturando la dignidad.
Con sus uñas y cabellos impecables. Su perfume indefinido pero mortalmente atractivo.
Su calzado bien lustrado, brillando pesadamente sobre nuestras cabezas. Allí, en su férula.
Y en las lajas, que de tan esmeradamente aseadas parecían espejos, el reflejo de nuestros cuerpos imperfectos. Masas amorfas, palpitantes, caprichosas esculturas encarnadas. Amalgamas del oprobio. Y el pecho, abierto, también informe.
Los rostros sin boca, sin nariz, sin orejas. Sólo los ojos, como medallones, sin pestañas, sin párpados, conservando su color y su brillo, su textura y su humedad...
Sólo ojos.

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