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...o këmamëll, voz del mapudungún: "corazón del árbol", el centro, el meollo...

sábado, 26 de noviembre de 2011

Derecho al consuelo.

Una lágrima hasta el cuello
habla en su recorrido.
Se burla, en cierto modo
de la falta de voluntad para retenerla.
Claro, si ningún dedo
osó mojarse en ella,
ningún pañuelo,
(de cualquier material que se precie)
la enjugó.
Una lágrima hasta el cuello
simplemente se desliza,
ufana,
hasta evaporarse.
Ahora, el llorón o la llorona
(generalmente la llorona)
tampoco quiso o pudo
atajarla.
Una lágrima hasta el cuello
dice "soledad",
para el ser que la deja
escapar, no para ella;
porque casi siempre
detrás de una,
viene otra, acompañando.
Y esa legión de lágrimas
hasta el cuello gritan
que nos humedeceremos
más de la cuenta.
No podemos evitar la lágrima,
ni una ni varias de ellas.
Lo que sí nos está permitido
es atajarlas ni bien asoman
e iluminan de manera especial
la mirada.
Porque las lágrimas no ensombrecen...
¿No vieron, acaso, en ellas
un brillo bastante peculiar
apenas nacen?
Durante el recorrido
es otra cuestión...
...Una lágrima hasta el cuello
es otra cosa.
En primer lugar e inevitablemente,
va perdiendo fulgor
en su camino.
Luego, se vuelve opaca, insignificante,
sosa.
(Las lágrimas recién
salidas son más
salerosas)
Ojalá tu lágrima no te llegue
hasta el cuello;
o, en su defecto, sea absorbida
por la camisa o la blusa
de la persona que te quiere
u ocasionalmente
pueda consolarte.

2 comentarios:

  1. POTENCIA, BELLEZA Y ARTE. NO EXAGERO. ABRAZO COMPLICE.

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  2. ¡Precioso, Patri! Humor, ternura, un toque de romanticismo, que nunca viene mal, y destreza en el lenguaje.
    ¡Gracias!

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