Se da cuenta de mi malestar,
de mis dolores de ausencia,
de mis incontrolables pies fríos.
Soporta estoicamente,
aunque inclinando las orejas,
mis lecturas poéticas en voz alta
y mis crisis de llanto.
Sabe... y me prodiga
miles de cabezazos
y refregadas.
Y yo le agradezco y le permito
que también se beneficie
con mis caricias
y la dejo
dormir
aquí.
Aquí
cerquita
palpitando
ronroneando
sobre mis pies
incontrolablemente fríos
Una vez que ambas
estamos reconfortadas,
la una con la otra,
mutuamente,
amorosamente,
y vuelve a su sueño,
yo me olvido de ella.
Y así
plácidamente
bajo las sábanas
me acuerdo del mundo
bajo las sábanas.