I
No quería que viniera
pero ya está acá
vestida de transparencias.
No quería.
Prefería el torbellino diario,
las mordidas
y hasta la tristeza con alas
que se instalaba de a ratos
entre domingo y domingo.
Prefería la espera desesperada
y el desencanto, sin más.
Pero ya llegó: con sus volados
envolventes, su gotero de sal,
sus manos de pan blando,
sus olores.
Se sienta a mi lado
y me hace emprolijar
lo que mostraré
mañana al mundo.
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