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...o këmamëll, voz del mapudungún: "corazón del árbol", el centro, el meollo...

domingo, 23 de marzo de 2014

VI
Desde hace años,
durante los viajes en tren,
pienso en el abandono
viendo esas bolsitas colgadas
de los árboles
después de la inundación.

Y es que cuando tuve
que confinar mi amor
a un rincón del jardín,
exiliarlo de mí,
quedó
como racimo descuidado,
amarillento
y, aunque ajeno a la planta,
colgado de ella
igual que las bolsitas
a las ramas.

Todavía veo
sus restos
desde el fulgor
de las cinco.

Con premeditado desapego
dejé morir ese racimo,
lo vi perder fragmentos,
color,
perfume,
mientras fui tomando
también
el tono envejecido
de la tarde
y hasta el aspecto mustio
del ramo de otra época.

Inmóvil e inmutable,
apoyada tercamente
en la ventana,
olvidé el motivo
y hasta el mismísimo naufragio.

Pero cuando volví
a los viajes cerca del río
y algo de perturbadora quietud
agitó apenas las bolsas exiliadas,
la sangre pura de los ojos
interpeló:
-¿por qué tiemblo todavía?

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