“… Es la fuerza
Vida/Muerte/Vida, es la incubadora. Es la intuición, es la visionaria,
la que sabe escuchar, es el corazón leal. Anima a los seres humanos a
ser multilingües; a hablar con fluidez los idiomas de los sueños, la
pasión y la poesía. Habla en susurros desde los sueños nocturnos, deja
en el territorio del alma de una mujer un áspero pelaje y unas huellas
llenas de barro. Y ello hace que las mujeres ansíen encontrarla,
liberarla y amarla.
“Es todo un conjunto de ideas, sentimientos, impulsos y recuerdos. Ha estado perdida y medio olvidada durante muchísimo tiempo.
"Es la fuente, la luz, la noche, la oscuridad, el
amanecer. Es el olor del buen barro y la pata trasera de la raposa. Los
pájaros que nos cuentan los secretos le pertenecen. Es la voz que dice:
“Por aquí, por aquí.”
“Es la que protesta a
voces contra la injusticia. Es la que gira como una inmensa rueda. Es la
hacedora de ciclos. Es aquella por cuya búsqueda dejamos nuestro hogar.
Es el hogar al que regresamos. Es la lodosa raíz de todas las mujeres.
Es todas las cosas que nos inducen a seguir adelante cuando pensamos que
estamos acabadas. Es la incubadora de las pequeñas ideas sin pulir y de
los pactos. Es la mente que nos piensa; nosotras somos los pensamientos
que ella piensa.
“¿Dónde está? ¿Dónde la
sientes, dónde la encuentras? Camina por los desiertos, los bosques, los
océanos, las ciudades, los barrios y los castillos. Vive entre las
reinas y las campesinas, en la habitación de la casa de
huéspedes, en la fábrica, en la cárcel, en las montañas de la soledad.
Vive en el gueto, en la universidad y en las calles. Nos deja sus
huellas para que pongamos los pies en ellas. Deja huellas dondequiera
que haya una mujer que es tierra fértil.
“¿Dónde vive? En el fondo
del pozo, en las fuentes, en el éter anterior al tiempo. Vive en la
lágrima y en el océano, en la savia de los árboles. Pertenece al futuro y
al principio del tiempo. Vive en el pasado y nosotras la llamamos. Está
en el presente y se sienta a nuestra mesa, está detrás de nosotras
cuando hacemos cola y conduce por delante de nosotras en la carretera.
Está en el futuro y retrocede en el tiempo para encontrarnos.
“Vive en el verdor que
asoma a través de la nieve, vive en los crujientes tallos del moribundo
maíz de otoño, vive donde vienen los muertos a por un beso y en el lugar
al que los vivos envían sus oraciones. Vive en donde se crea el
lenguaje. Vive en la poesía, la percusión y el canto. Vive en las negras
y en las apoyaturas y también en una cantata, en una sextina y en el
blues. Es el momento que precede al estallido de la inspiración. Vive en
un lejano lugar que se abre paso hasta nuestro mundo.
“La gente podría pedir
una demostración o una prueba de su existencia. Pero lo que pide
esencialmente es una prueba de la existencia de la psique. Y, puesto que
nosotras somos la psique, también somos la prueba. Todas y cada una de
nosotras somos la prueba no sólo de la existencia de la Mujer Salvaje
sino también de su condición en la comunidad. Nosotras somos la prueba
de este inefable numen femenino. Nuestra existencia es paralela a la
suya.
“Las experiencias que
nosotras tenemos de ella, dentro y fuera, son las pruebas. Nuestros
miles de millones de encuentros intrapsíquicos con ella a través de
nuestros sueños nocturnos y nuestros pensamientos diurnos, a través de
nuestros anhelos y nuestras inspiraciones, nos lo demuestran. El hecho
de que nos sintamos desoladas en su ausencia y que la echemos de menos y
anhelemos su presencia cuando estamos separadas de ella es una
manifestación de que ella ha pasado por aquí…”“Para la Mujer Grande, the Great Woman“, 1971, Clarissa Pinkola Estés. Citado en "Mujeres que corren con los lobos" de la misma autora, en la introducción, "Cantando sobre los huesos".
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