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...o këmamëll, voz del mapudungún: "corazón del árbol", el centro, el meollo...

viernes, 31 de julio de 2015

Natalia Romero y la mar en coche.

Es como encontrarse en un lugar pequeñito que se va estirando y, sin darte cuenta, la que quedás chiquita sos vos en ese mundo de libros, historias, poesía y coincidencias.

Primero es Pepa que te recibe, casi antes que Natalia. Pepa se adelanta. Los ojos de Pepa lo hacen. Después todo es pleno goce entre charlas y mates con yuyos, fregadas y ronroneos.

Con Natalia conversamos como si nos conociéramos desde hace tiempo, como si ya lo hubiéramos hecho muchas veces. (Entiendo y me entero que a muchos les pasa esto mismo).
Y estamos tan a gusto en ese lugar que nos cobija que el tiempo pasa sin que lo advirtamos.

Es que mi amiga Gabi  y yo hicimos el mejor plan: visitar la librería que Natalia Romero alimenta y mantiene viva.  "A cien metros-de la orilla" se llama.

Conversamos con urgencia porque sabemos que Natalia tiene que dar una clase pero como nadie toca el timbre  seguimos y seguimos.

La librería respira, late, se mueve, tiene sus funciones vitales en perfectas condiciones tanto que además se le da por convocarnos, llamarnos, hablarnos, convidarnos.

De pronto jugamos, son  poetas quienes forman ronda con nosotras. Leemos poesía hasta  sin leer. Desafiamos el tiempo con los trabalenguas (carcajadas del canje por un jacarandá), con la emoción de abrir un libro azarosamente y encontrar un latido, con la luna en piscis, con la circunstancia de reconocernos en lugares comunes, con el intercambio poético de alguna receta, con hablar de los abuelos como si recién nacieran.

Así, el timbre seguiría sin sonar...

Es hermosa y cálida Natalia, en eso coincidimos Gabi y yo. Perdón, "en eso también coincidimos", debí decir.

Patri.



"..."En San Telmo se cuenta otra historia con un mismo espíritu, la de A cien metros de la orilla (www.acienmetros.com.ar), de Natalia Romero, que pasó de trabajar en una tienda de diseño a dedicarse de lleno a las letras y los libros. "Escribo desde hace muchos años, y mi vínculo con algunos libreros particulares, como en Eterna Cadencia y Librosref, encendió una lucecita que fue difícil de esconder. 'Nati leete esto'; 'Nati llegó esto otro'. Y las ganas de querer tener mi propia librería fueron más fuertes. La idea de poner un local era una locura, imposible, así que comencé tímidamente con una plataforma Web donde recibía consultas y hacía envíos. La mayoría de los pedidos yo los llevaba en bicicleta, y siempre estaba atenta a las cosas nuevas que iban saliendo, las publicaciones de las editoriales independientes que a mí más me interesaban, lo desconocido, con poca difusión." Hoy, en un entrepiso de un departamento sobre la calle Defensa hay tres paredes completas atestadas de libros, y allí Natalia es librera de a ratos, también dicta talleres de escritura, escribe, lee "y además cocino y duermo". Todo funciona en un mismo espacio, y la intimidad de su casa y el vínculo directo con los que llegan hasta allí le aportan magia al proyecto. "El crecimiento es lento, cuesta, pero hay mucha gratificación."..."

"...Todo lo que hacemos está relacionado con la poesía, noescierto? Descubrir una librería es descubrir un mundo, y la de Natalia es un bello mundo, con escaleras de peldaños blancos, gata anfitriona con nombre de galletita, cactus que recortan su silueta en el vidrio, lápices negros y de colores y libros, libros y libros que llaman, dispuestos a abrir la puerta e irse con el visitante".  
María Gabriela Moreno.

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