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...o këmamëll, voz del mapudungún: "corazón del árbol", el centro, el meollo...

lunes, 29 de febrero de 2016

Poema IV

Abrazar la añoranza
para mitigar el naufragio.
En un instante nocturno
acudir al borde,
al desembarco,
a la celebración,
a la permanencia en tierra firme,
y, con renovada sed,
a otra búsqueda impaciente
de estrella, viento y río.

Y estremecerse
tanto en los sismos
como en la levedad del pulso,
en los torrentes
como en la gota que desanda
la piel.

Ahora lo sabemos:
los bosques,
los aullidos, el desierto
y el desconcierto mudo,
pueden ser fragmentos
de la misma tela,
mojadura de la misma agua,
arena de la misma orilla.

Necesitamos de este resonar*
mientras nos hacemos
en silencio
las preguntas.

Si hasta el frágil roce del sueño
parece réplica
de lo que aún
no hemos tenido tiempo
de pronunciar. 


*Auquinco.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Eladia.


Con las alas del alma desplegadas al viento,
desentraño la esencia de mi propia existencia
sin desfallecimiento, y me digo que puedo
como en una constante
y me muero de miedo, pero sigo adelante.

Con las alas del alma desplegadas al viento,
porque aprecio la vida en su justa medida
al amor lo reinvento, y al vivir cada instante
y al gozar cada intento, sé que alcanzo lo grande,
con las alas del alma desplegadas al viento.

Con las alas del alma desplegadas al viento,
más allá del asombro me levanto entre escombros
sin perder el aliento
y me voy de las sombras con algún filamento
y me subo a la alfombra con la magia de un cuento.

Con las alas del alma desplegadas al viento,
atesoro lo humano cuando tiendo las manos
a favor del encuentro por la cosa más pura,
con la cual me alimento por mi pan de ternura,
con las alas del alma desplegadas al viento.

Con las alas del alma desplegadas al viento,
ante cada noticia de estupor, de injusticia,
me desangro por dentro
y me duele la gente, su dolor, sus heridas,
porque así solamente interpreto la vida.

Con las alas del alma desplegadas al viento,
más allá de la historia, de las vidas sin gloria, sin honor ni sustento
guardaré del que escribe su mejor pensamiento
quiero amar a quien vive con las alas del alma
desplegadas al viento, al viento, al viento. 


[̲̲̲̅̅̅E̲̲̅̅L̲̲̅̅A̲̲̅̅D̲̲̅̅I̲̲̅̅A̲̲̅̅ ̲̲̅̅B̲̲̅̅L̲̲̅̅Á̲̲̅̅S̲̲̅̅Q̲̲̅̅U̲̲̅̅E̲̲̅̅Z̲̲̲̅̅̅] por siempre.


(24 de febrero de 1931, Avellaneda ~ 31 de agosto de 2005, Buenos Aires.)

sábado, 13 de febrero de 2016

esos días de vida
a cántaros
aluvionales
arrolladores 

enajenados
días
pedestres
sobre avenidas
de agua


miércoles, 10 de febrero de 2016

Soneto de febrero.

Mi corazón de lumbre una esperanza abriga:
al rescoldo de un sueño prefigura ese tiempo
con voz de amaneceres que acuna la semilla
que se abre en brote verde y asoma de la grieta.

Meollo del verano para el verano dulce,
para el corazón mío que abriga una esperanza,
que ama el sueño del árbol bebiendo de la tierra,
árbol con sed de cielo y de noche constelada.

La tierra, la semilla, el brote a cielo abierto.
Verano de presagios y atardeceres rojos,
de cuencos rebosantes en las manos extensas.

Una ofrenda de estrellas y olor a hierba húmeda
en mi corazón de árbol, de voces y de sueños.
Mi corazón, un cuenco: rebosa de promesas.