Acercaste tanto tu cara...
Te hiciste parte de mí.
Ahora soy tu mirada,
tu exhalación.
Sos mis labios, mi fuego.
La luz se adelgaza y pide paso
entre mi piel y la tuya.
¿Cuál es tu noche?
¿Dónde empieza la mía?
En nuestro apacible pecho
llevamos el beso y el adiós.
Vas trémula. Viajamos abrazados
al color de lo incierto
pero no temas,
nos encontró juntos el frío.
Pudimos ser como agua de cántaro
esparciéndose
en la tierra sedienta.
Después, la aureola húmeda...
Estamos hechos de bocas
bebedoras de estrellas.
En nuestro corazón
hay agua,
y tierra,
y aire,
y fuego.
Sos un encantador...
¿Quién puede seguir en vela
después de mirarte?
Guardaré la fascinación
con ojos cerrados.
Es necesario atesorar un poco
de luz
para cuando no estés.
Una mano amiga nos unió.
Te acarició primero,
se posó sobre mí.
Me hizo tu cuna.
El rostro conocido se hundió
en nuestro olor.
Nos arrulló por última vez.
No es verdad que fue
sin tristeza.
Sabemos no poco del origen
de este abrazo cerrado.
Pero ¿qué hay del destino
que nos espera?
Mi esencia reniega de presagios.
Nada conozco del arte adivinatorio,
ni de los designios
que otras cartas
son capaces de develar.
Una sola palabra
es mi símbolo.
Tal vez otra mano amiga
nos reciba,
también nos acaricie,
nos muestre en su palma
lo que las líneas
deparan.
...unos ojos descubran
a los que desde nuestro interior
miran.