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...o këmamëll, voz del mapudungún: "corazón del árbol", el centro, el meollo...

sábado, 20 de mayo de 2017

Caricia.


Como la búsqueda incesante
de una página perdida,
inveterada,
irrepetible,
casi imposible de volver a leer.
Como el deseo de persistir
en la noche de aire y río
de un verano insomne.
Como el lapso atravesado 
por toda la ternura del mundo
en un único rito indecible,
constelado.
Como la insistencia 
en lo inasible.

Así,  mi mano,
colmada de esperanza. 

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"La mano humana es un órgano de caricia que reemplaza a la lengua como tal en otros mamíferos. La mano ya estaba plenamente desarrollada con estas características desde hace tres millones de años en nuestros ancestros directos. Los dedos de la mano del chimpancé no se estiran como los nuestros. Los restos fósiles muestran que la mano de nuestros antecesores podía estirarse igual que la nuestra. Sin duda en la historia evolutiva humana la mano tiene que ver con la manipulación en la coordinación viso-manual en esto de sacar las hojitas que cubren las semillas de los pastos. Imagínense una espiga de trigo en la que tienen que sacar las hojas que cubren cada grano para comerlo. Pero la mano humana es mucho más que eso. 
La mano humana tiene una maravillosa habilidad de adaptarse a cualquier superficie del cuerpo; con ella se puede acariciar cualquier superficie del cuerpo del otro o propio. No hay duda de que la mano es un órgano manipulativo, pero la historia evolutiva que da origen a lo humano, en mi opinión, no tiene que ver primariamente con el uso de herramientas, sino con la sensualidad, la ternura, la colaboración y la caricia. Y no con la caricia como una cosa abstracta, sino que con la caricia como fenómeno de la corporalidad que hace de ella, además, un acto psíquico con fundamento fisiológico. ¿Qué pasa si un niño se cae y viene donde la mamá con la rodilla adolorida? La mamá lo acoge, lo acaricia, y el niño deja de llorar. ¿Se trata de un niño mañoso?, ¡no! Es por los efectos fisiológicos de la caricia que el niño se siente inmediatamente mucho mejor. Cuando uno acaricia en torno a la zona magullada, se produce anestesia central en el área dolorida como un fenómeno fisiológico normal. La caricia suprime el dolor, induce bienestar. Cuando nos acariciamos, cuando entramos en contacto corporal acariciante, nos apoyamos de alma a alma, y sin contacto corporal acariciante, nos enfermamos".
Humberto Maturana Romesín. Transformación en la convivencia.

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