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...o këmamëll, voz del mapudungún: "corazón del árbol", el centro, el meollo...

jueves, 6 de agosto de 2020

El meollo

Hoy encontré en el jardín los carozos de durazno de tu último verano aquí.
Me parece verte, desde la puerta de la cocina arrojándolos.
Y me parece escucharte también contándome algún episodio de algo entre fruta y fruta.
Me pregunto cuántas historias pueden caber en este hallazgo si me basta con cerrar los ojos para empezar a recordar detalles de tus tonos de voz, tu risa, tu vocabulario rebuscado, a veces; tus vocativos para referirte a mí, y tus anécdotas.
Cuántas historias, cuántas palabras y cuántas voces en el recuerdo de un gesto cotidiano, veraniego, por demás placentero como es saborear un durazno amarillo, jugoso, maduro y dulce; perfecto en tamaño, olor y color. Un durazno, dos o tres en una misma ingesta, y arrojar los carozos hacia ese, este abismo verde.
Hoy los encontré, los volví a desenterrar involuntariamente después del largo entierro de los días de ausencia mientras removía un poco las hojas secas, mientras mis manos gozaban de la humedad de la tierra negra, de las lombrices y de otras vidas.

Siempre que trabajo en el jardín desentierro algo. A veces son objetos reales que me llevan a imágenes reales; a veces,  palabras que se me anudan en la garganta o preguntas que no tienen respuestas porque para eso tendrías que volver a comer duraznos en este patio y no sé si querrías.

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