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...o këmamëll, voz del mapudungún: "corazón del árbol", el centro, el meollo...

domingo, 28 de noviembre de 2021

Doler y desdoler



Hace unos días, después de varias visitas a la veterinaria, murió mi gatita, niña~ vieja bonita de 15 años.
La mañana que lo supo se metió en una caja de esas que tenemos dispuestas para que duerman los gatos, sobre todo en invierno.
Me costó encontrarla porque nunca elegía esos lugares, siempre estaba en mi cama, arriba, debajo, pero en mi cama.
Así acurrucada, semiescondida me comunicó que se estaba yendo. Yo le dije: andate tranquila, mi amor, no tenés idea de todo lo que hiciste por mí.
Le escribí a mi amiga Gabi hablándole de mi viejita que hace unos años había tenido mi edad y mucho antes había sido mi niña. Le conté que nos estábamos despidiendo y Gabi, que siempre tiene las palabras que reconfortan mi corazón, deseó que Moustache pueda partir con mi compañía, confiada y amada; me dijo que este pasaje del proceso de muerte juntas era una manera de honrar la vida, y así lo creí y lo creo.
Hacía frío y aunque sabía que ya era inútil la bolsa de agua caliente quise darle ese amor.
Hasta el atardecer respondió a las caricias de mi dedo con leves ronroneos y a mi voz nombrándola con la decena de apodos que le puse a lo largo de los años a pesar de su nombre y apellido, moviendo imperceptiblemente la oreja.
Se fue apagando despacio y a las 10 de la noche partió, en paz, en la caja que eligió y con su cuerpito ovillado. Mis hijes me ayudaron a cavar su tumbita en el jardín. Los días sucesivos, que fueron para llorarla y celebrarla, entre muchas otras actividades en su honor, puse plantas sobre esa cuna de tierra y me las imaginé crecidas y hermosas como sucede siempre con estas amigas en la casa, y hasta me dio mucha alegría pero la verdad es que la mayor parte del tiempo se me hace difícil estar en el patio y los jardines sin ella persiguiéndome por todos lados.
Moustache Brûlée, su primer nombre porque apareció con los bigotes chamuscados, pequeñita visitante del patio que al final terminó quedándose. Y todavía está.
Mosta, mi gata mandala, mi compañera de cuarto, mi estufita o cobija, mi escuchante de lecturas, mi buscadora de regazo, mi ronroneante, mi perseguidora, mi curandera. Mi niña, mi coetánea, mi vieji. Mi maestra felina. Mi anfitriona favorita después de los viajes. Amante del sol, de la terraza y de las siestas. Mosta, mi musa Erató, te amo para siempre.




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