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...o këmamëll, voz del mapudungún: "corazón del árbol", el centro, el meollo...

viernes, 25 de febrero de 2011

Su primer regalo.


Me acuerdo del día que me regaló la camisa. No esperaba algo así. Estaba envuelta en un papel de seda suave, muy suave y casi transparente.
Y me dio el paquete, casi sin mirarme. Justo en el medio tenía un moño...grande, un poco exagerado, pero me gustó.
¡Él estaba tan lindo!. Se había peinado para el costado. Después lo supe: se peinaba así cuando quería conquistar...
El regalo: el más hermoso.
Era la primera vez que me compraba algo.
Y me dio el paquete...Sólo estiró el brazo sin decir nada
Casi se me cae. Me temblaban las manos.
Y lo abrí y ahí estaba la camisa blanca, muy blanca. Parecía enorme, pero no me importó. Era su primer regalo...

Y me lo dio y después... me pidió perdón.
Yo no pude pronunciar ni una palabra.

Eran tan suaves... el papel, la camisa, su pelo para el costado, su voz...
Y la camisa blanca. Demasiado blanca. Tanto que después tuve que lavarla y fregarla varias veces.
No me di cuenta. Nunca me doy cuenta de nada.
Apenas la tela rozó mi piel... se ensució, se tiñó casi de rojo.
Mi camisa blanca, muy, muy blanca.
Demasiado blanca.
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2 comentarios:

  1. Es un relato que produce extrañeza; seduce y aleja al lector, tornándolo un espectador que desea saber más. Esa camisa blanca, ese rojo..., cuánto por completar. Un abrazo cómplice.

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  2. Patri, conmueve tu manejo de la sutileza, esa capacidad para decir y ocultar, para llevarnos por un camino y, de pronto, cerrarlo, como pasa con la poesía; como pasa, tantas veces, con la vida.
    Abrazos, amiga

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