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...o këmamëll, voz del mapudungún: "corazón del árbol", el centro, el meollo...

domingo, 7 de agosto de 2011

OBRERO DE LA MÚSICA.

Este cuento está dedicado al Músico Social Miguel Ángel Estrella: Embajador de Buena Voluntad de la UNESCO y fundador de la ONG Música Esperanza. Es también creador de la “Orquesta de la Paz” compuesta por jóvenes músicos árabes e israelíes. La historia aquí narrada está basada en una anécdota que el mismo Miguel Ángel Estrella contó en uno de sus conciertos. La historia y el cuento me dieron muchas satisfacciones, relatándolo en diferentes ámbitos, desde el 2008 en que fue escrito hasta ahora. Hoy, en especial, volvió la música de Bach a mis oídos y a mi corazón. Por eso mi deseo es volver a publicar esta historia. También recordando al maestro Atahualpa Yupanqui que, según el mismo Miguel Ángel Estrella, decía que escuchar media hora por día a Bach nos hacía más buenos...

Obrero de la música.
"Así, mientras el mundo gira y se derrama, Johann Sebastian llega, prende su llama y vuelca su tinaja con agua de la vida". Concierto N° 6 de Brandenburgo. José Zarzur.

Esa mañana, José no imaginó que a partir de un tedioso trámite bancario se produciría el milagro, o la revelación. Al levantarse pensó por unos segundos en postergar su viaje a la ciudad; en tomarse el micro la próxima semana; en pedirle a su compadre, que viajaba seguido, le hiciera el favor de acercarse a la sucursal y realizar el trámite por él. Pero recordó con gran pesadumbre que el telegrama dictaba: “Trámite personal y dentro de la semana de recibido”. Ya no podía dudar. Con esa impronta que lo caracterizaba en estas situaciones, situaciones que quería “sacarse de encima”, se vistió y se dirigió a la terminal. Durante la primera parte del trayecto y en medio del sopor, comenzó a recordar lo que le había pasado una noche de esas, bastante habitual, en que había llegado a su casa, luego de una dura jornada. Se había despedido casi al amanecer de su mujer y regresaba muy tarde, a medianoche. En la fábrica donde trabajaba las cosas no andaban bien y para colmo de males otra vez había discutido con su jefe. Su cansancio era muy grande, apenas si tenía ganas de comer. Entró por la puerta de la cocina que en esa época del año dejaban entreabierta. Se sorprendió al asomarse a la habitación y ver a su mujer ya acostada. En otros tiempos, Marta no se hubiera dormido sin conversar un poco con él mientras lo veía comer con ganas lo que ella le había preparado, pero esta vez el cansancio la había vencido. La mujer también había trabajado todo el día en la limpieza de varias casas vecinas. Ahora, mientras respiraba acompasadamente y soñaba, José la observaba con tristeza pensando en el poco tiempo que pasaban juntos. Aquella misma noche se quitó los zapatos, se lavó bien las manos y recién cuando buscó el plato con la comida se dio cuenta de que la radio estaba encendida. Pensó que su mujer, de algún modo había querido compensar su ausencia. Levantó un poco el volumen y escuchó una música lenta, quizás un poco monótona para su gusto pero dejó que siguiera sonando: - “Juan Sebastián Bach”- había anunciado el locutor a la medianoche…-, música para el alma, conciertos de Branden…- y José se había hallado en el paraíso. -Juan Sebastián Baj,- había repetido una y otra vez hasta que decidió escribirlo con una letra más que prolija- debe ser tucumano si me gusta tanto. Voy a averiguar quién es-. El movimiento del micro lo regresó al presente, y cuando estaba a punto de cruzar el vado, que le señalaba la mitad del camino, José se asomó por la ventana y observó cómo la crecida arrastraba ramas, piedras y barro. El sopor le ganó otra vez y se sumergió nuevamente en los recuerdos. Esta vez su memoria lo condujo más lejos: un episodio de su niñez en el que había estado esperando toda la tarde a su padre. Ese día cumplía ocho años y había encontrado al despertar y entre las sábanas un camioncito de lata, un cuaderno de tapa dura y un lápiz. En la primera hoja decía con una letra muy esmerada: -“Dibujame lo que soñaste “. Él no podía recordar su sueño de dormido entonces dibujó otro sueño: una mesa, una mesa enorme a la que estaban sentados él, su padre, su madre y todos sus hermanos. Con su cuaderno en la mano y jugando con el camión había esperado hasta que lo venció el sueño.Cuando se despertó su padre estaba comiendo y en la radio sonaba una música suave. Ahora, sentado en el micro y en medio del traqueteo pensó por un instante en la forma en que las historias se repiten, en que las emociones se unen a través del tiempo. Pensó en lo importante que había sido ese cuaderno. Pensó en la música de la radio y cómo se había relajado escuchándola aquella vez, que se había sentido realmente sosegado. El micro ya finalizaba su recorrido, José tomó su bolso y se acercó al chofer. Como por impulso le preguntó:-Chango, ¿vos no sabés quién es Juan Sebastián Baj?-. Y obtuvo como respuesta la que había recibido toda la semana en la fábrica cada vez que preguntaba por su personaje: -No, Negro, ni sé quién es ese-. Se dirigió hacia la entidad bancaria pensando que en la ciudad alguien tenía que conocerlo, si hasta por la radio lo pasaban. Cuando por fin estaba terminando su trámite observó en la solapa del traje del joven que lo atendía, una identificación: “Sebastián Corrales, cajero”. -¿ Usted sabe quién es Juan Sebastián Baj?- cuestionó intempestivamente. El joven lo miró con enormes ojos. -Un músico- respondió secamente. -Sí, un músico. ¿Y es de por acá?. El muchacho rió y luego, ante la mirada entre seria e ingenua de José, se sonrojó. Cuando los ánimos se tranquilizaron le explicó que Juan Sebastián Bach había nacido en Alemania en el siglo XVII, que su música había sido reconocida tardíamente y que se habían escrito muchos libros respecto de su vida y su obra y que había tenido muchos hijos. La madre, al joven cajero, le había puesto el nombre por él porque lo admiraba y su hermano mayor se llamaba Juan… Las dos horas siguientes, hasta abordar el micro de regreso, transcurrieron en un antigua librería donde consiguió, una serie de biografías y un pequeño tesoro en forma de libro: “Vida y obra de Johann Sebastian Bach”. Leyó todo lo que el traqueteo del micro le permitió y soñó, soñó dormido y despierto todo el viaje. Volvió a los recuerdos: la música en la radio, los regalos de su padre, su esposa, su jefe y las peleas, la música otra vez, la paz, el paraíso, la lectura, Juan Sebastián…y la pérdida temprana de su padre. Juan Sebastián o Johann Sebastian: un trabajador como él, un rebelde también, un obrero, obrero de la música.

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