Una historia acerca de los alcances del deseo:
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...o këmamëll, voz del mapudungún: "corazón del árbol", el centro, el meollo...
viernes, 30 de diciembre de 2016
Yo no sé escribir relatos II.
Una historia acerca de los alcances del deseo:
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jueves, 29 de diciembre de 2016
Mi corazón es aire.
Aguarda en silencio.
Instrumento ancestral,
vasija silbadora
con su agua en calma.
¡Ay, mi corazón es agua!
Vasija silbadora
con su aire quieto.
Instrumento ritual,
aguarda sin palabra.
¡Ay, mi corazón es tierra!
Apenas un manojo.
Vasija silbadora,
entraña la promesa
de amorosos cantares.
¡Ay, mi corazón!
Mi corazón es fuego.
Instrumento ancestral,
vasija silbadora
con su agua en calma.
¡Ay, mi corazón es agua!
Vasija silbadora
con su aire quieto.
Instrumento ritual,
aguarda sin palabra.
¡Ay, mi corazón es tierra!
Apenas un manojo.
Vasija silbadora,
entraña la promesa
de amorosos cantares.
¡Ay, mi corazón!
Mi corazón es fuego.
lunes, 26 de diciembre de 2016
Yo no sé escribir relatos.
...ooo000OOO000ooo...
Ésa, la del título, es mi verdad, pero hoy me dieron ganas de escribir y aquí estoy.
No es que no tenga nunca nada para contar, sólo me sucede que ni bien empiezo, me enredo con la historia principal, con las palabras, con otras historias secundarias como si fueran hilos que se van enmarañando y después andá a deshacer eso... Empiezo a justificarme diciendo que la ansiedad por contar algo me juega en contra, que va a ser imposible que alguien entienda, etc, etc. Como exactamente me está pasando ahora.
Pero, repito: me dieron ganas. Además, precisamente, la de hoy es una historia de hilos y pienso llegar hasta la última puntada. Voy a hacer caso omiso del título. Hoy no me importa mi categórica verdad.
Parte de lo que voy a contar se lo dije a mi amiga por teléfono, me despaché como nunca, aprovechando que me llamó y que la historia la tenía bien "fresquita" porque era reciente, es decir, de esos días; o por lo menos así lo creí.
Una vez que terminé mi narración oral telefónica (con ella hablamos desde el teléfono fijo), le expresé que lo que yo había querido, antes de que ella se anticipara con la llamada, era escribírselo por mail. Ella no dijo nada pero como es maga me lo hizo decir a mí: "Pero aunque ya te lo conté, igual lo puedo escribir". Y ella que es maga, repito, me alentó con un: "¡Y, sí!".
Mi amiga maga MA GA ( se llama MAría GAbriela y aunque su nombre fuera Clotilde lo de "maga" no se lo quita nadie) en uno de sus gestos compartió conmigo la nota publicada en una revista. Era, es el relato de la experiencia con el bordado de un hombre, un periodista, que a medida que cuenta va atravesando temas diversos que son de mucho interés para mí.
Les sugiero leer: http://www.revistaanfibia.com/cronica/diario-de-un-bordador/.
Además es una crónica tan maravillosamente realista que me encendió, no con el propósito de escribir, al menos en ese momento, sino para retomar mi bordado. Actividad en la que quedo enredada, muchas veces, como en la escritura. Y digo "enredada" en varios sentidos.
Ahora que recuerdo, alguna vez escribí acerca de "bordar", pero fueron poemas. ** (Si quieren después se los leo).
A esta altura del texto voy a repetir a modo de disculpa y justificación: "Yo no sé escribir relatos". Pero ahí va.
...ooo000OOO000ooo...
La historia de esa mañana se balanceaba entre la búsqueda de actividades vitales y enfrentamientos con la burocracia. Como en otras ocasiones, desde hace un buen tiempo, cada vez que en un día libre tengo que dedicarme a hacer trámites, busco algo placentero para hacer antes o después. Y digo que la historia estaba suspendida porque también pude haberme quedado en la casa. Pude haber hecho una de las dos cosas (el trámite o la compra) o, definitivamente, ninguna. Pero la historia hubiera sido otra, ¿cierto?
La tarde anterior había leído "Diario de un bordador", una crónica de Sebastián Hacher en la revista Anfibia. Había quedado fascinada con el motivo y la forma del relato. Me encontré identificada en varios puntos. Entre ellos, en el cuestionamiento de los estereotipos, de los paradigmas hegemónicos y, lógicamente, en los muchos sentidos de la tarea de "bordar". Así que me lancé "esa mañana", es decir, al día siguiente de la lectura, primero al transporte público y después al centro comercial en busca de hilos y otros insumos de mercería en medio de la horda de gente que llamaré "prenavideña".
Mientras viajaba me preguntaba qué haría primero: si el trámite o la compra. Mucho dependía de una razón práctica, es decir, de dónde me dejaba más cerca el colectivo. Además había empezado a llover (y yo sin paraguas, sin impermeable, sin garlochas). Me bajé del transporte como para ir a la oficina correspondiente pero una vez en la esquina, sin darme cuenta, seguí de largo hacia la mercería.
Comencé a pensar en la siguiente fórmula~recorrido: A) regocijo de hilos, telas y bastidores + B) enfrentamiento aguerrido con un trámite sin resolver en seis meses + C) placer absoluto en el reencuentro con el bordado.
Cabe aclarar que con B no tenía esperanza alguna pero sentía que podía obtener un franco empoderamiento para afrontarlo con la ilusión de A y C, por lo tanto, en el medio de la fórmula o como segundo término, lo burocrático, no estaba nada mal.
Para no entrar en detalles y enredos de los que me resultaría muy difícil escapar, voy a ir al grano o, mejor dicho, al hilo del asunto.
Sintetizando, en la mercería me atendió un joven que apenas pasaba los veinte años. Ya encontrarme "quebrantado" el estereotipo de la mujer atendiendo en mercerías me llenó el corazón y las ilusiones.
Con respecto a mi trámite debo decir que estaba resuelto, me entregaron una carpeta de sesenta folios que así lo atestigua. Había entrado a la oficina con los tapones de punta (extremum caps en latín, según el traductor online// lo escribo como si importara) y ahora salía bajo la lluvia, que mansamente había disipado a los compradores~ consumidores~ anunciados, con una sonrisa harto cuestionable para transeúntes, abrazando la bolsa impermeable que a esa altura era contenedora tanto de bastidores y de hilos como de hojas y hojas que daban cuenta de mi reconocimientos de servicios en la docencia.
¡Ah!, y desde aquella mañana en que regresé a casa, todavía estoy bordando.
Bueno, si quieren conocer ustedes algún cuentito acerca de los bordados que ofrecen las imágenes, van a tener que esperar a que vuelva a lidiar con mi verdad (ya saben: la del título) y tenga la osadía de "plantarme" con alguna historia a pesar de que no sé escribir relatos.
...ooo000OOO000ooo...
Bordados y fotos Tolhuin. |
...ooo000OOO000ooo...
**
Otro asunto confuso.
Contrariamente
al modo de todas las penélopes
no eligen mis brazos,
ni mis pies, ni mis vértebras
el alargado tejido diurno
hasta la víspera de la nada,
hasta el umbral del destejer
y destejerse.
También extendida y cuidadosa,
emprenden mis manos
la tarea de bordar
en espera de la barca
donde ~como en el revés
de un rito~ desbordamos
y nos desbordamos.
Bordar o entrañar la trama.
Ante las dilatadas esperas
a la orilla del naufragio,
y entre todas
las labores insinuadas,
a la orilla del naufragio,
y entre todas
las labores insinuadas,
elegir bordar,
con la certeza
de no pretender deshacer
luego, lo compuesto.
con la certeza
de no pretender deshacer
luego, lo compuesto.
Los resultados en la experiencia
de desandar el rito
arrojan que difícilmente se pueda
reutilizar el hilo,
máxime si se engendra
la concomitancia
entre torpeza e impaciencia.
Se necesita mirar muy fijo,
volver a pasar
e ir levantando
minuciosamente
y con aguja bien fina,
punto por punto.
Sin embargo
se producen allí
los primeros daños materiales.
Y a veces también
como segundo efecto
se rompe la tela.
Porque bordar es
siempre
intervenir ese tipo de soporte.
Mientras se desteje,
por ejemplo,
ya que basta sólo
con tirar de la hebra,
dicen que hasta se puede leer
pero al des-bordar
es imposible.
Cada punto viene a ser
concentradamente
la propia lectura.
Es muy difícil no causar daños
en esta tarea de desarmar
pues bordar como rito,
como espera,
como esperanza
es siempre
entrañar una trama
y debe ser asolador
y desolador
tener que desentrañarla.
por ejemplo,
ya que basta sólo
con tirar de la hebra,
dicen que hasta se puede leer
pero al des-bordar
es imposible.
Cada punto viene a ser
concentradamente
la propia lectura.
Es muy difícil no causar daños
en esta tarea de desarmar
pues bordar como rito,
como espera,
como esperanza
es siempre
entrañar una trama
y debe ser asolador
y desolador
tener que desentrañarla.
BORDAR Y DESBORDAR
I.Un largo, placentero
y nostálgico viaje.Aparecieron la infancia
y la adolescencia.
Retomamos una dulce tarea
mientras tejemos historias
en hebras de palabras.
Tejemos y destejemos.
También bordamos.
Las palabras se mezclan,
se superponen,
se abrazan.
Las palabras se abren
o se cierran; dejan lugar
a otros signos.
Hacen ronda.
Se abren y se cierran
como la lana
en medio punto
o bareta.
Las palabras
se introducen
como aguja de crochet
formando cadenas.
Las palabras se mezclan,
se superponen,
se abrazan.
Las palabras se abren
o se cierran; dejan lugar
a otros signos.
Hacen ronda.
Se abren y se cierran
como la lana
en medio punto
o bareta.
Las palabras
se introducen
como aguja de crochet
formando cadenas.
Las palabras forman
el dibujo de un
bordado.
II. Los hilos son de la época del Ñaupa- dice mi madre-. Llevalos, ahora
que se te da por bordar. ¿Te acordás que no te gustaba para nada en la
escuela...? Yo no los voy a usar.
Y no, no me gustaba para nada.
Y sí, ahora me gusta.
Sigue lloviendo.
Música de gotas
para las palabras
de nuestras infancia.
Música de gotas
para las palabras
de nuestras infancia.
III. Mujeres grandes que sueñan como adolescentes.
La aventura es el Cerro Champaquí, provincia de Córdoba, (ascenso por San Javier).
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jueves, 22 de diciembre de 2016
De árboles, bosques y vigilias.
cuando no puedo dormir
cuando no debo ni quiero
cuando me levanto de madrugada
a tomar agua o aire
cuando camino descalza para besar la tierra
cuando me acuerdo
cuando tan sólo una palabra emana
desde mi corazón oscuro
cuando en la noche me aparece el recuerdo
con ese rincón de infancia
cuando ceibo
cuando lenga chañar o algarrobo negro
cuando espinillo o caldén
cuando molle tala o quebracho blanco
cuando
jacarandá
ooo000ooo
*hoy por
ejemplo*
hago mi
vigilia
poética
en defensa
de los bosques
nativos
Patricia Morante.
El cazador en el bosque. Pablo Neruda.
...ooo000ooo...
con mi fecundidad: De dónde
vienes?, me pregunta
una hoja verde y ancha como un mapa.
Yo no respondo. Allí
es húmedo el terreno
y mis botas se clavan, buscan algo,
golpean para que abran,
pero la tierra calla.
Callará hasta que yo comience a ser
substancia muerta y viva, enredadera,
feroz tronco del árbol erizado
o copa temblorosa.
Calla la tierra para que no sepan
sus nombres diferentes, ni su extendido idioma,
calla porque trabaja
recibiendo y naciendo:
cuanto muere recoge
como una anciana hambrienta:
todo se pudre en ella,
hasta la sombra,
el rayo,
los duros esqueletos,
el agua, la ceniza,
todo se une al rocío,
a la negra llovizna
de la selva.
El mismo sol se pudre
y el oro interrumpido
que le arroja
cae en el saco de la selva y pronto
se fundió en la amalgama, se hizo harina,
y su contribución resplandeciente
se oxidó como un arma abandonada.
Vengo a buscar raíces,
las que hallaron
el alimento mineral del bosque,
la substancia
tenaz, el cinc sombrío,
el cobre venenoso.
Esa raíz debe nutrir mi sangre.
Otra encrespada, abajo,
es parte poderosa
del silencio,
se impone como paso de reptil:
avanza devorando,
toca el agua, la bebe,
y sube por el árbol
la orden secreta:
sombrío es el trabajo
para que las estrellas sean verdes.
Naciendo en los bosques. Pablo Neruda
...ooo000ooo...
Cuando el arroz retira de la tierra
los granos de su harina,
cuando el trigo endurece sus pequeñas caderas y levanta su
rostro de mil manos,
a la enramada donde la mujer y el hombre se enlazan acudo,
para tocar el mar innumerable
de lo que continúa.
Yo no soy hermano del utensilio llevado en la marea
como en una cuna de nácar combatido:
no tiemblo en la comarca de los agonizantes despojos,
no despierto en el golpe de las tinieblas asustadas
por el ronco pecíolo de la campana repentina,
no puedo ser, no soy el pasajero
bajo cuyos zapatos los últimos reductos del viento palpitan
y rígidas retornan las olas del tiempo a morir.
Llevo en mi mano la paloma que duerme reclinada en la se-
milla
y en su fermento espeso de cal y sangre
vive Agosto,
vive el mes extraído de su copa profunda;
con mi mano rodeo la nueva sombra del ala que crece:
la raíz y la pluma que mañana formarán la espesura.
Nunca declina, ni junto al balcón de manos de hierro,
ni en el invierno marítimo de los abandonados, ni en mi paso
tardío,
el crecimiento inmenso de la gota, ni el párpado que quiere
ser abierto:
porque para nacer he nacido, para encerrar el paso
de cuanto se aproxima, de cuanto a mi pecho golpea como un
nuevo
corazón tembloroso.
Vidas recostadas junto a mi traje como palomas paralelas,
o contenidas en mi propia existencia y en mi desordenado
sonido
para volver a ser, para incautar el aire desnudo de la hoja
y el nacimiento húmedo de la tierra en la guirnalda: hasta
cuándo
debo volver y ser, hasta cuándo el olor
de las más enterradas flores, de las olas más trituradas
sobre las altas piedras, guardan en mí su patria
para volver a ser furia y perfume?
Hasta cuándo la mano del bosque en la lluvia
me avecina con todas sus agujas
para tejer los altos besos del follaje?
Otra vez
escucho aproximarse como el fuego en el humo
nacer de la ceniza terrestre,
la luz llena de pétalos,
y apartando la tierra
en un río de espigas llega el sol a mi boca
como vieja lágrima enterrada que vuelve a ser semilla.
INVOCACIÓN AL LAUREL. Federico García Lorca.
(Libro de Poemas, 1921)
1919
...ooo000ooo...
A Pepe Cienfuegos
substancia muerta y viva, enredadera,
feroz tronco del árbol erizado
o copa temblorosa.
Calla la tierra para que no sepan
sus nombres diferentes, ni su extendido idioma,
calla porque trabaja
recibiendo y naciendo:
cuanto muere recoge
como una anciana hambrienta:
todo se pudre en ella,
hasta la sombra,
el rayo,
los duros esqueletos,
el agua, la ceniza,
todo se une al rocío,
a la negra llovizna
de la selva.
El mismo sol se pudre
y el oro interrumpido
que le arroja
cae en el saco de la selva y pronto
se fundió en la amalgama, se hizo harina,
y su contribución resplandeciente
se oxidó como un arma abandonada.
Vengo a buscar raíces,
las que hallaron
el alimento mineral del bosque,
la substancia
tenaz, el cinc sombrío,
el cobre venenoso.
Esa raíz debe nutrir mi sangre.
Otra encrespada, abajo,
es parte poderosa
del silencio,
se impone como paso de reptil:
avanza devorando,
toca el agua, la bebe,
y sube por el árbol
la orden secreta:
sombrío es el trabajo
para que las estrellas sean verdes.
Naciendo en los bosques. Pablo Neruda
...ooo000ooo...
Cuando el arroz retira de la tierra
los granos de su harina,
cuando el trigo endurece sus pequeñas caderas y levanta su
rostro de mil manos,
a la enramada donde la mujer y el hombre se enlazan acudo,
para tocar el mar innumerable
de lo que continúa.
Yo no soy hermano del utensilio llevado en la marea
como en una cuna de nácar combatido:
no tiemblo en la comarca de los agonizantes despojos,
no despierto en el golpe de las tinieblas asustadas
por el ronco pecíolo de la campana repentina,
no puedo ser, no soy el pasajero
bajo cuyos zapatos los últimos reductos del viento palpitan
y rígidas retornan las olas del tiempo a morir.
Llevo en mi mano la paloma que duerme reclinada en la se-
milla
y en su fermento espeso de cal y sangre
vive Agosto,
vive el mes extraído de su copa profunda;
con mi mano rodeo la nueva sombra del ala que crece:
la raíz y la pluma que mañana formarán la espesura.
Nunca declina, ni junto al balcón de manos de hierro,
ni en el invierno marítimo de los abandonados, ni en mi paso
tardío,
el crecimiento inmenso de la gota, ni el párpado que quiere
ser abierto:
porque para nacer he nacido, para encerrar el paso
de cuanto se aproxima, de cuanto a mi pecho golpea como un
nuevo
corazón tembloroso.
Vidas recostadas junto a mi traje como palomas paralelas,
o contenidas en mi propia existencia y en mi desordenado
sonido
para volver a ser, para incautar el aire desnudo de la hoja
y el nacimiento húmedo de la tierra en la guirnalda: hasta
cuándo
debo volver y ser, hasta cuándo el olor
de las más enterradas flores, de las olas más trituradas
sobre las altas piedras, guardan en mí su patria
para volver a ser furia y perfume?
Hasta cuándo la mano del bosque en la lluvia
me avecina con todas sus agujas
para tejer los altos besos del follaje?
Otra vez
escucho aproximarse como el fuego en el humo
nacer de la ceniza terrestre,
la luz llena de pétalos,
y apartando la tierra
en un río de espigas llega el sol a mi boca
como vieja lágrima enterrada que vuelve a ser semilla.
INVOCACIÓN AL LAUREL. Federico García Lorca.
(Libro de Poemas, 1921)
1919
...ooo000ooo...
A Pepe Cienfuegos
Por el horizonte confuso y doliente
venía la noche preñada de estrellas.
Yo, como el barbudo mago de los cuentos,
sabía el lenguaje de flores y piedras.
Aprendí secretos de melancolía,
dichos por cipreses, ortigas y yedras;
supe del ensueño por boca del nardo,
canté con los lirios canciones serenas.
En el bosque antiguo, lleno de negrura,
todos me mostraban sus almas cual eran:
el pinar, borracho de aroma y sonido;
los olivos viejos, cargados de ciencia;
los álamos muertos, nidales de hormigas;
el musgo, nevado de blancas violetas.
Todo hablaba dulce a mi corazón
temblando en los hilos de sonora seda
con que el agua envuelve las cosas paradas
como telaraña de armonía eterna.
Las rosas estaban soñando en la lira,
tejen las encinas oros de leyendas,
y entre la tristeza viril de los robles
dicen los enebros temores de aldea.
Yo comprendo toda la pasión del bosque:
ritmo de la hoja, ritmo de la estrella.
Mas decidme, ¡oh cedros!, si mi corazón
dormirá en los brazos de la luz perfecta.
Conozco la lira que presientes, rosa:
formé su cordaje con mi vida muerta.
¡Dime en qué remanso podré abandonarla
como se abandonan las pasiones viejas!
¡Conozco el misterio que cantas, ciprés;
soy hermano tuyo en noche y en pena;
tenemos la entraña cuajada de nidos,
tú de ruiseñores y yo de tristezas!
¡Conozco tu encanto sin fin, padre olivo,
al darnos la sangre que extraes de la Tierra,
como tú, yo extraigo con mi sentimiento
el óleo bendito
que tiene la idea!
Todos me abrumáis con vuestras canciones;
yo sólo os pregunto por la mía incierta;
ninguno queréis sofocar las ansias
de este fuego casto
que el pecho me quema.
¡Oh laurel divino, de alma inaccesible,
siempre silencioso,
lleno de nobleza!
¡Vierte en mis oídos tu historia divina,
tu sabiduría profunda y sincera!
¡Árbol que produces frutos de silencio,
maestro de besos y mago de orquestas,
formado del cuerpo rosado de Dafne
con savia potente de Apolo en tus venas!
¡Oh gran sacerdote del saber antiguo!
¡Oh mudo solemne cerrado a las quejas!
Todos tus hermanos del bosque me hablan;
¡sólo tú, severo, mi canción desprecias!
Acaso, ¡oh maestro del ritmo!, medites
lo inútil del triste llorar del poeta.
Acaso tus hojas, manchadas de luna,
pierdan la ilusión de la primavera.
La dulzura tenue del anochecer,
cual negro rocío, tapizó la senda,
teniendo de inmenso dosel a la noche,
que venía grave, preñada de estrellas.
Suite del agua. Federico Garcia Lorca
...ooo000ooo...
País
En el agua negra,
árboles yacentes,
margaritas
y amapolas.
Por el camino muerto
van tres bueyes.
Por el aire,
el ruiseñor,
corazón del árbol
...oooOOOooo...
Temblor
En mi memoria tendría
con un recuerdo de plata,
piedra de rocío.
En el campo sin monte
una laguna clara,
manantial apagado.
...oooOOOooo...
Curva
Con un lirio en la mano
te dejo.
¡Amor de mi noche!
Y viudita de mi astro
te encuentro.
¡Domador de sombrías
mariposas!
Sigo por mi camino.
Al cabo de mil años
me verás.
¡Amor de mi noche!
Por la vereda azul,
domador de sombrías
estrellas
seguiré mi camino.
Hasta que el Universo
quepa en mi corazón.
...oooOOOooo...
Colmena
¡Vivimos en celdas
de cristal,
en colmena de aire!
Nos besamos a través
de cristal.
¡Maravillosa cárcel,
cuya puerta
es la luna!
...oooOOOooo...
Norte
Las estrellas frías
sobre los caminos.
Hay quien va y quien viene
por selvas de humo.
Las cabañas suspiran
bajo la aurora perpetua.
En el golpe
del hacha
valles y bosques tienen
un temblor de cisterna.
¡En el golpe
del hacha!
...oooOOOooo...
Sur
Sur,
espejismo,
reflejo.
Da lo mismo decir
estrella que naranja,
cauce que cielo.
¡Oh la flecha,
la flecha!
El Sur
es eso:
una flecha de oro,
sin blanco, sobre el viento.
...oooOOOooo...
Este
Escala de aroma
que baja
al Sur
(por grandes conjuntos).
...oooOOOooo...
Oeste
Escala de luna
que asciende
al Norte
(cromática).
...oooOOOooo...
Nocturno. Conrado Nalé Roxlo.
...ooo000ooo...
El bosque se duerme y sueña,
el río no duerme, canta.
Por entre las sombras verdes
el agua sonora pasa
dejando en la orilla oscura
manojos de espuma blanca.
Llenos los ojos de estrellas
en el fondo de una barca,
yo voy como una canción
por la música del agua;
y llevo el río en los labios
y llevo el bosque en el alma.
venía la noche preñada de estrellas.
Yo, como el barbudo mago de los cuentos,
sabía el lenguaje de flores y piedras.
Aprendí secretos de melancolía,
dichos por cipreses, ortigas y yedras;
supe del ensueño por boca del nardo,
canté con los lirios canciones serenas.
En el bosque antiguo, lleno de negrura,
todos me mostraban sus almas cual eran:
el pinar, borracho de aroma y sonido;
los olivos viejos, cargados de ciencia;
los álamos muertos, nidales de hormigas;
el musgo, nevado de blancas violetas.
Todo hablaba dulce a mi corazón
temblando en los hilos de sonora seda
con que el agua envuelve las cosas paradas
como telaraña de armonía eterna.
Las rosas estaban soñando en la lira,
tejen las encinas oros de leyendas,
y entre la tristeza viril de los robles
dicen los enebros temores de aldea.
Yo comprendo toda la pasión del bosque:
ritmo de la hoja, ritmo de la estrella.
Mas decidme, ¡oh cedros!, si mi corazón
dormirá en los brazos de la luz perfecta.
Conozco la lira que presientes, rosa:
formé su cordaje con mi vida muerta.
¡Dime en qué remanso podré abandonarla
como se abandonan las pasiones viejas!
¡Conozco el misterio que cantas, ciprés;
soy hermano tuyo en noche y en pena;
tenemos la entraña cuajada de nidos,
tú de ruiseñores y yo de tristezas!
¡Conozco tu encanto sin fin, padre olivo,
al darnos la sangre que extraes de la Tierra,
como tú, yo extraigo con mi sentimiento
el óleo bendito
que tiene la idea!
Todos me abrumáis con vuestras canciones;
yo sólo os pregunto por la mía incierta;
ninguno queréis sofocar las ansias
de este fuego casto
que el pecho me quema.
¡Oh laurel divino, de alma inaccesible,
siempre silencioso,
lleno de nobleza!
¡Vierte en mis oídos tu historia divina,
tu sabiduría profunda y sincera!
¡Árbol que produces frutos de silencio,
maestro de besos y mago de orquestas,
formado del cuerpo rosado de Dafne
con savia potente de Apolo en tus venas!
¡Oh gran sacerdote del saber antiguo!
¡Oh mudo solemne cerrado a las quejas!
Todos tus hermanos del bosque me hablan;
¡sólo tú, severo, mi canción desprecias!
Acaso, ¡oh maestro del ritmo!, medites
lo inútil del triste llorar del poeta.
Acaso tus hojas, manchadas de luna,
pierdan la ilusión de la primavera.
La dulzura tenue del anochecer,
cual negro rocío, tapizó la senda,
teniendo de inmenso dosel a la noche,
que venía grave, preñada de estrellas.
Suite del agua. Federico Garcia Lorca
...ooo000ooo...
País
En el agua negra,
árboles yacentes,
margaritas
y amapolas.
Por el camino muerto
van tres bueyes.
Por el aire,
el ruiseñor,
corazón del árbol
...oooOOOooo...
Temblor
En mi memoria tendría
con un recuerdo de plata,
piedra de rocío.
En el campo sin monte
una laguna clara,
manantial apagado.
...oooOOOooo...
Curva
Con un lirio en la mano
te dejo.
¡Amor de mi noche!
Y viudita de mi astro
te encuentro.
¡Domador de sombrías
mariposas!
Sigo por mi camino.
Al cabo de mil años
me verás.
¡Amor de mi noche!
Por la vereda azul,
domador de sombrías
estrellas
seguiré mi camino.
Hasta que el Universo
quepa en mi corazón.
...oooOOOooo...
Colmena
¡Vivimos en celdas
de cristal,
en colmena de aire!
Nos besamos a través
de cristal.
¡Maravillosa cárcel,
cuya puerta
es la luna!
...oooOOOooo...
Norte
Las estrellas frías
sobre los caminos.
Hay quien va y quien viene
por selvas de humo.
Las cabañas suspiran
bajo la aurora perpetua.
En el golpe
del hacha
valles y bosques tienen
un temblor de cisterna.
¡En el golpe
del hacha!
...oooOOOooo...
Sur
Sur,
espejismo,
reflejo.
Da lo mismo decir
estrella que naranja,
cauce que cielo.
¡Oh la flecha,
la flecha!
El Sur
es eso:
una flecha de oro,
sin blanco, sobre el viento.
...oooOOOooo...
Este
Escala de aroma
que baja
al Sur
(por grandes conjuntos).
...oooOOOooo...
Oeste
Escala de luna
que asciende
al Norte
(cromática).
...oooOOOooo...
Nocturno. Conrado Nalé Roxlo.
...ooo000ooo...
El bosque se duerme y sueña,
el río no duerme, canta.
Por entre las sombras verdes
el agua sonora pasa
dejando en la orilla oscura
manojos de espuma blanca.
Llenos los ojos de estrellas
en el fondo de una barca,
yo voy como una canción
por la música del agua;
y llevo el río en los labios
y llevo el bosque en el alma.
Foto Maria Gabriela Moreno |
ahora sé que te gusta el bosque
entrar
perderte en medio de las sombras
como en un sueño
los hilos de luz
entre las ramas
la vida es eso
me dijiste
ahora sabés que me gusta la lluvia
en los árboles
el agua detenida en el follaje
el viento que juega a hacerla caer
y las gotas deslizándose a todo lo largo
de los troncos
la humedad que intensifica
los olores
pisar con pies desnudos
los brazos despojados
rodeando al árbol que me llama
la vida también es esto
te dije
cómo será el bosque
en la profundidad de la noche
preguntaron nuestros ojos
(el tiempo anterior esfumándose
para siempre)
y se cerraron
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jueves, 24 de noviembre de 2016
Derecho al infierno.
"no tengo esperanza
me invento una
cada día
para que viva
la locura"
a veces espero
en la quietud perturbadora
del estanque
en la herida de la tarde
en las aspas de la medianoche
en el ojo cerrado de la luna
en el cielo recortado
de noviembre
en los pliegues vespertinos del anhelo
en los recovecos inusitados
de la penumbra
alegre y sencillamente espero
en el deseo plantígrado
de la tierra húmeda
en la inquietante soledad del cenit
en el nombre y la pregunta desvestidos
en los bordes difusos del desconcierto
en el rito incesante de la palabra
en los sinuosos escondites
de la plenitud
en el halo ceremonial
del silencio
inesperada y claramente espero
en el sueño simulado de lo montaraz
en el sabor oscuro
de lo incierto
en el rasguño avizor del alba
en el secreto hundido
de la muerte
en la lluvia vital del sauce
en la antesala del salto al vacío
en el febril anuncio
de la siesta
ahogada y profundamente espero
en el umbral del desvelo insoslayable
en el vasto río de la evocación
en la languidez
de los párpados
en la parsimonia de la última luz
en el fulgor sereno de las hojas
en la sombra prestada
del paraíso
en el instante abrasador
de la respiración contenida
audaz e impetuosamente espero
lunes, 21 de noviembre de 2016
jueves, 17 de noviembre de 2016
Oeste.
Recorro el barrio de la infancia,
ahora que vuelvo de un viaje sanador
que ha evocado aquellos años.
Los relieves de las calles,
los vientos en las esquinas,
los juegos en las veredas, los olores,
las generosas ventanas han cambiado,
y hasta las sinfonías
de los vendedores de frutas...
pero veo un árbol intacto, tal vez único,
que ya era grande y viejo en aquel siglo,
o así lo imagino en el recuerdo
de mi baja estatura.
No sé el nombre que le asignaron
pero lo descubro, lo miro de arriba a abajo
y lo recorro acaso como un viaje.
"Sobreviviste", pienso,
y me veo inclinando la cabeza
como a los cinco para alcanzar
con el asombro ese rayo de luz
que se abre paso
desde su cresta verde.
"Sobreviviste", le digo
y me parece que también él dice:
"Todavía estoy.
Soy el mismo pero no soy el mismo".
Y así me gusta creerlo.
En su sombra, que ahora cubre todo el asfalto,
su efecto se ha magnificado
y el mundo ha dejado que sucediera.
ahora que vuelvo de un viaje sanador
que ha evocado aquellos años.
Los relieves de las calles,
los vientos en las esquinas,
los juegos en las veredas, los olores,
las generosas ventanas han cambiado,
y hasta las sinfonías
de los vendedores de frutas...
pero veo un árbol intacto, tal vez único,
que ya era grande y viejo en aquel siglo,
o así lo imagino en el recuerdo
de mi baja estatura.
No sé el nombre que le asignaron
pero lo descubro, lo miro de arriba a abajo
y lo recorro acaso como un viaje.
"Sobreviviste", pienso,
y me veo inclinando la cabeza
como a los cinco para alcanzar
con el asombro ese rayo de luz
que se abre paso
desde su cresta verde.
"Sobreviviste", le digo
y me parece que también él dice:
"Todavía estoy.
Soy el mismo pero no soy el mismo".
Y así me gusta creerlo.
En su sombra, que ahora cubre todo el asfalto,
su efecto se ha magnificado
y el mundo ha dejado que sucediera.
miércoles, 16 de noviembre de 2016
miércoles, 2 de noviembre de 2016
Poema en el 64.
los martes por la tarde
casi a mitad de mi recorrido
y a través de la ventanilla
te veo
me veo
nos veo
comiendo chipá en la plaza
te escucho
me escucho
nos escucho
hablar de Liliana Ancalao
hacer juegos de palabras
decir qué buena elección
la del chipá
la del banco de la plaza
la de la poesía esencial
la de venir a encontrarnos
vitalmente
vos y yo
domingo, 30 de octubre de 2016
Miguel.
El herido.
Para el muro de un hospital de sangre.
I
Por los campos luchados se extienden los heridos.
Y de aquella extensión de cuerpos luchadores
salta un trigal de chorros calientes, extendidos
en roncos surtidores.
La sangre llueve siempre boca arriba, hacia el cielo.
Y las heridas suenan, igual que caracolas,
cuando hay en las heridas celeridad de vuelo,
esencia de las olas.
La sangre huele a mar, sabe a mar y a bodega.
La bodega del mar, del vino bravo, estalla
allí donde el herido palpitante se anega,
y florece, y se halla.
Herido estoy, miradme: necesito más vidas.
La que contengo es poca para el gran cometido
de sangre que quisiera perder por las heridas.
Decid quién no fue herido.
Mi vida es una herida de juventud dichosa.
¡Ay de quien no esté herido, de quien jamás se siente
herido por la vida, ni en la vida reposa
herido alegremente!
Si hasta a los hospitales se va con alegría,
se convierten en huertos de heridas entreabiertas,
de adelfos florecidos ante la cirugía.
de ensangrentadas puertas.
II
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.
Miguel Hernández.
De: “El hombre acecha” 1937-1939
“Miguel Hernández – Obra Completa I”
Ed. Espasa – Clásicos
Algunas de sus dedicatorias:
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miércoles, 26 de octubre de 2016
Parto.
Ayer, una canción sin voz dentro de mí, una sucesión de letanías ~ de
devociones mudas.
Yo, una figura de barro ~ seca ~ agrietada ~ sin el privilegio de la sed.
Ante mi mirada, colores difusos ~ imperfectos.
Ahora,
mis ojos vuelven a ser mis ojos.
Mis manos ya no son puños que encierran gritos ahogados.
Tomo
la arcilla, palpo su humedad. Amaso lenta pero firmemente hasta sentir el calor en los
dedos ~ en las palmas y en los dorsos, hasta sentir el
cambio de textura.
Huelo
la masa...
... Huelo la masa.
La llevo a los pies descalzos. La piso, la aplasto. Hundo
mis plantas ~ mis talones, todos mis dedos en ella.
Me acuclillo, me acurruco para alcanzar nuevamente la arcilla con mis manos y mis ojos.
Empiezo
a admirar las nuevas formas aunque parezcan informes. Descubro una
curva, una saliente, un pequeño hueco. Descubro tonos, variaciones en una masa
que en apariencia es monocromática.
Estoy ante el milagro de la greda.
Soy
yo otra vez cuando me encuentro moldeando. Yo en el barro, parida desde mis manos. Mis manos alas. Mis manos fuentes de calor. Mis manos
caricias acomodando, redondeando, ahuecando, humedeciendo mi corazón también de barro. Mis manos que me asisten. Manos parteras.
Soy yo de nuevo, nacida también desde mis pies que son como manos.
Y tengo sed.
Aparecen
las primeras piezas, instrumentos musicales: vasijas silbadoras,
pifilkas, silbatos con sonidos ancestrales.
Mis
manos me dan voz de nuevo. Ahora soy una canción.
(Fragmento de obra en proceso: Todos los árboles de Patricia Morante. Del Taller de Dramaturgia de Patricia Zangaro. La voz es del personaje "Aldana").
miércoles, 19 de octubre de 2016
martes, 18 de octubre de 2016
Bordado, foto y diseño Tolhuin~Marciano. |
Soy la mujer que sola caí.
Soy la mujer que espera.
Soy la mujer que examina.
Soy la mujer que mira hacia adentro.
Soy la mujer que mira debajo del agua.
Soy la nadadora sagrada
porque puedo nadar en lo grandioso.
Soy la mujer luna.
Soy la mujer que vuela.
Soy la mujer aerolito.
Soy la mujer constelación huarache.
Soy la mujer constelación bastón.
Soy la mujer estrella, Dios
porque vengo recorriendo los lugares desde su origen.
Soy la mujer de la brisa.
Soy la mujer rocío fresco.
Soy la mujer del alba.
Soy la mujer del crepúsculo.
Soy la mujer que brota.
Soy la mujer arrancada.
Soy la mujer que llora.
Soy la mujer que chifla.
Soy la mujer que hace sonar.
Soy la mujer tamborista.
Soy la mujer trompetista.
Soy la mujer violinista.
Soy la mujer que alegra
porque soy la payasa sagrada.
Soy la mujer piedra del sol.
Soy la mujer luz de día.
Soy la mujer que hace girar.
Soy la mujer del cielo.
Soy la mujer de bien.
Soy la mujer espíritu
porque puedo entrar y puedo salir
en el reino de la muerte.
María Sabina,
curandera de Oaxaca.
Soy la mujer que espera.
Soy la mujer que examina.
Soy la mujer que mira hacia adentro.
Soy la mujer que mira debajo del agua.
Soy la nadadora sagrada
porque puedo nadar en lo grandioso.
Soy la mujer luna.
Soy la mujer que vuela.
Soy la mujer aerolito.
Soy la mujer constelación huarache.
Soy la mujer constelación bastón.
Soy la mujer estrella, Dios
porque vengo recorriendo los lugares desde su origen.
Soy la mujer de la brisa.
Soy la mujer rocío fresco.
Soy la mujer del alba.
Soy la mujer del crepúsculo.
Soy la mujer que brota.
Soy la mujer arrancada.
Soy la mujer que llora.
Soy la mujer que chifla.
Soy la mujer que hace sonar.
Soy la mujer tamborista.
Soy la mujer trompetista.
Soy la mujer violinista.
Soy la mujer que alegra
porque soy la payasa sagrada.
Soy la mujer piedra del sol.
Soy la mujer luz de día.
Soy la mujer que hace girar.
Soy la mujer del cielo.
Soy la mujer de bien.
Soy la mujer espíritu
porque puedo entrar y puedo salir
en el reino de la muerte.
María Sabina,
curandera de Oaxaca.
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lunes, 3 de octubre de 2016
domingo, 2 de octubre de 2016
"El mar y la serpiente" Novela de Paula Bombara.
De la lectura e interpretación de estudiantes de segundo año del secundario
en las clases de Prácticas del Lenguaje.
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miércoles, 28 de septiembre de 2016
domingo, 25 de septiembre de 2016
sábado, 24 de septiembre de 2016
Cuando muere una lengua de Miguel León Portilla.
Lengua: Náhuatl de la Huasteca de Hidalgo
Ihcuac tlahtolli ye miqui
mochi in teoyotl,
cicitlaltin, tonatiuh ihuan metztli;
mochi in tlacayotl,
neyolnonotzaliztli ihuan huelicamatiliztli,
ayocmo neci
inon tezcapan.
mochi in teoyotl,
cicitlaltin, tonatiuh ihuan metztli;
mochi in tlacayotl,
neyolnonotzaliztli ihuan huelicamatiliztli,
ayocmo neci
inon tezcapan.
Ihcuac tlahtolli ye miqui,
mochi tlamantli in cemanahuac,
teoatl, atoyatl,
yolcame, cuauhtin ihuan xihuitl
ayocmo nemililoh, ayocmo tenehualoh,
tlachializtica ihuan caquiliztica
ayocmo nemih.
mochi tlamantli in cemanahuac,
teoatl, atoyatl,
yolcame, cuauhtin ihuan xihuitl
ayocmo nemililoh, ayocmo tenehualoh,
tlachializtica ihuan caquiliztica
ayocmo nemih.
Inhuac tlahtolli ye miqui,
cemihcac motzacuah
nohuian altepepan
in tlanexillotl, in quixohuayan.
In ye tlamahuizolo
occetica
in mochi mani ihuan yoli in tlalticpac.
cemihcac motzacuah
nohuian altepepan
in tlanexillotl, in quixohuayan.
In ye tlamahuizolo
occetica
in mochi mani ihuan yoli in tlalticpac.
Ihcuac tlahtolli ye miqui,
itlazohticatlahtol,
imehualizeltemiliztli ihuan tetlazotlaliztli,
ahzo huehueh cuicatl,
ahnozo tlahtolli, tlatlauhtiliztli,
amaca, in yuh ocatcah,
hueliz occepa quintenquixtiz.
itlazohticatlahtol,
imehualizeltemiliztli ihuan tetlazotlaliztli,
ahzo huehueh cuicatl,
ahnozo tlahtolli, tlatlauhtiliztli,
amaca, in yuh ocatcah,
hueliz occepa quintenquixtiz.
Ihcuac tlahtolli ye miqui,
occequintin ye omiqueh
ihuan miec huel miquizqueh.
Tezcatl maniz puztecqui,
netzatzililiztli icehuallo
cemihcac necahualoh:
totlacayo motolinia.
occequintin ye omiqueh
ihuan miec huel miquizqueh.
Tezcatl maniz puztecqui,
netzatzililiztli icehuallo
cemihcac necahualoh:
totlacayo motolinia.
las cosas divinas,
estrellas, sol y luna;
las cosas humanas,
pensar y sentir,
no se reflejan ya
en ese espejo.
Cuando muere una lengua
todo lo que hay en el mundo,
mares y ríos,
animales y plantas,
ni se piensan, ni pronuncian
con atisbos y sonidos
que no existen ya.
Cuando muere una lengua
entonces se cierra
a todos los pueblos del mundo
una ventana, una puerta,
un asomarse
de modo distinto
a cuanto es ser y vida en la tierra.
Cuando muere una lengua,
sus palabras de amor,
entonación de dolor y querencia,
tal vez viejos cantos,
relatos, discursos, plegarias,
nadie, cual fueron,
alcanzará a repetir.
Cuando muere una lengua,
ya muchas han muerto
y muchas pueden morir.
Espejos para siempre quebrados,
sombra de voces
para siempre acalladas:
la humanidad se empobrece.
Miguel León Portilla
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sábado, 17 de septiembre de 2016
Escritor surrealista, es decir, realista del sur.
Roberto Santoro por Elías Aspiazu. |
ULTIMO ROUND.
Sus libros:
Oficio desesperado (1962), El último tranvía (1963), De tango y los demás (1963), Nacimiento en la tierra (1964), Pedradas con mi Patria (1964), Literatura de la pelota (1971), Desafío (1972), Uno más uno humanidad (1972), Cuatro canciones y un vuelo (1973), Poesía en general ( 1973), Las cosas claras (1973) y No negociable (1974).
Sus revistas:
Fundó y dirigió La Cosa, Barrilete, Papeles de Buenos Aires, La Pluma y La Palabra.
Una plaza de Buenos Aires, en Avenida Forest y Teodoro García, lleva su nombre. |
Fuentes:
Roberto Jorge Santoro. Obra poética completa. 1959-1977. Razón y Revolución. Bs As. 2013.
http://www.elortiba.org/santoro.html
http://www.lexia.com.ar/
http://aromitorevista.blogspot.com.ar/2009/01/roberto-santoro-seleccin-de-poemas.html
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UR
Setenta malvones.
Es verdad que cuando por primera vez leí el poema de Baldomero Fernández Moreno yo no sabía qué eran los "balcones". Había vivido mi entonces corta vida (6 o 7 años) en un barrio de casas bajas, época en que se usaban las estilo "americanas".
Sí conocía los malvones. Tanto en nuestro jardín como en el de la casa de mis abuelos había en abundancia.
Cuando me hicieron estudiar el poema, como se usaba en la época para recitarlo, a mí me salía "malvones" en vez de "balcones" aunque nunca dije en voz alta "malvones", hacía un esfuerzo por recordar "balcones". No sé si pregunté lo que eran, seguramente sí, debido a mi curiosidad, pero estoy segura de que imaginaba las flores. El poema en sus primeros versos quedaba así:
Hoy en día cada vez que recuerdo el poema, y aunque conozca que se trate de "setenta balcones" y sepa lo que son, me los imagino cargados de malvones.
Hoy recordé estos episodios, el poema y los gajos, que mi abuela tomaba de algún que otro jardín, cuando salí al mío y encontré estas maravillas.
Setenta malvones o Perdón, Baldomero.
Patricia Morante.
Setenta malvones hay en esta casa,
setenta malvones y todos en flor.
A sus habitantes yo sé qué les pasa:
aman su textura, aman su color.
Los jardines plenos de alegría cantan,
¡dan una algazara los rojos malvones!
Aquí los ánimos siempre se levantan.
Aquí sí hay poeta boba de ilusiones.
Todos deseamos ver tras la ventana
tanta maravilla en un solo jardín.
Un nacer continuo en cada mañana,
un vital dormirse de la tarde al fin.
Amamos las plantas y amamos el ave,
sabemos de música, rima y amor,
Siempre se oyen besos y a veces un clave...
¡Setenta malvones y todos en flor!
Sí conocía los malvones. Tanto en nuestro jardín como en el de la casa de mis abuelos había en abundancia.
Cuando me hicieron estudiar el poema, como se usaba en la época para recitarlo, a mí me salía "malvones" en vez de "balcones" aunque nunca dije en voz alta "malvones", hacía un esfuerzo por recordar "balcones". No sé si pregunté lo que eran, seguramente sí, debido a mi curiosidad, pero estoy segura de que imaginaba las flores. El poema en sus primeros versos quedaba así:
Setenta malvones hay en esta casa
setenta malvones y ninguna flor...
(Hasta tenía lógica: podía ser que las plantas no hubieran florecido aún).
Hoy en día cada vez que recuerdo el poema, y aunque conozca que se trate de "setenta balcones" y sepa lo que son, me los imagino cargados de malvones.
Hoy recordé estos episodios, el poema y los gajos, que mi abuela tomaba de algún que otro jardín, cuando salí al mío y encontré estas maravillas.
Fotos Tolhuin en Casa de Argimón.
SETENTA BALCONES Y NINGUNA FLOR.
BALDOMERO FERNÁNDEZ MORENO.
Setenta balcones hay en esta casa,
setenta balcones y ninguna flor.
¿A sus habitantes, Señor, qué les pasa?
¿Odian el perfume, odian el color?
setenta balcones y ninguna flor.
¿A sus habitantes, Señor, qué les pasa?
¿Odian el perfume, odian el color?
La piedra desnuda de tristeza agobia,
¡Dan una tristeza los negros balcones!
¿No hay en esta casa una niña novia?
¿No hay algún poeta bobo de ilusiones?
¡Dan una tristeza los negros balcones!
¿No hay en esta casa una niña novia?
¿No hay algún poeta bobo de ilusiones?
¿Ninguno desea ver tras los cristales
una diminuta copia de jardín?
¿En la piedra blanca trepar los rosales,
en los hierros negros abrirse un jazmín?
una diminuta copia de jardín?
¿En la piedra blanca trepar los rosales,
en los hierros negros abrirse un jazmín?
Si no aman las plantas no amarán el ave,
no sabrán de música, de rimas, de amor.
Nunca se oirá un beso, jamás se oirá un clave...
no sabrán de música, de rimas, de amor.
Nunca se oirá un beso, jamás se oirá un clave...
¡Setenta balcones y ninguna flor!
Patricia Morante.
Setenta malvones hay en esta casa,
setenta malvones y todos en flor.
A sus habitantes yo sé qué les pasa:
aman su textura, aman su color.
Los jardines plenos de alegría cantan,
¡dan una algazara los rojos malvones!
Aquí los ánimos siempre se levantan.
Aquí sí hay poeta boba de ilusiones.
Todos deseamos ver tras la ventana
tanta maravilla en un solo jardín.
Un nacer continuo en cada mañana,
un vital dormirse de la tarde al fin.
Amamos las plantas y amamos el ave,
sabemos de música, rima y amor,
Siempre se oyen besos y a veces un clave...
¡Setenta malvones y todos en flor!
sábado, 10 de septiembre de 2016
Andalgalá.
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jueves, 8 de septiembre de 2016
Regazo de la tarde.
Cuando todo duele
pienso en ese final de tarde
que nos vio nacer.
Su mano levantada al aire
como en un saludo,
una aprobación,
un gesto condescendiente.
La última luz nos envolvió
en sus brazos
y nos acomodó
en el regazo curtido
de un banco cualquiera.
Yo no sabía
~y ahora me desduele~
que una tarde
que ya se apagaba
podía dejar rastro de cometa
en los ojos.
pienso en ese final de tarde
que nos vio nacer.
Su mano levantada al aire
como en un saludo,
una aprobación,
un gesto condescendiente.
La última luz nos envolvió
en sus brazos
y nos acomodó
en el regazo curtido
de un banco cualquiera.
Yo no sabía
~y ahora me desduele~
que una tarde
que ya se apagaba
podía dejar rastro de cometa
en los ojos.
miércoles, 7 de septiembre de 2016
Beatriz.
Adioses.
Murió mi eternidad
pero nadie se ha dispuesto velarla; a lo mejor
muere Beatriz con quien jugamos siempre
como si fuéramos criaturas predestinadas, secretamente
para no romper el sortilegio y perder blasones y ganar
realidades
Paco
❁❁❁❁❁❁❁
Hoy puedo responderte usando tus palabras, en voz baja,
para
que no te enojes:
Murió mi eternidad
con tu muerte
que aún velo.
Todavía jugamos como criaturas predestinadas
y no se rompieron los sortilegios, hermano
ni los encantamientos
y sí…,
blasones perdimos a montones
pero para bien de los dos
y de nuestra realidad.
Creo que estás en una estrella
donde te sentás todas las noches
a tomarte lo que sea que se beba en ámbitos celestes,
mientras los ángeles tocan guitarra criolla,
sé Paco querido,
que me dedicás alguna sonrisa y me guiñás el corazón
sabés que eso me oxigena
y te agradezco.
Ahora te dejo ahí, charlando riendo
en la música del cielo.
Quién te dice, que allí nos encontremos un día,
cuando aprenda a volar.
Beatriz
Del libro "Hermano Paco Urondo" de Beatriz Urondo y Germán Amato.
Murió mi eternidad
pero nadie se ha dispuesto velarla; a lo mejor
muere Beatriz con quien jugamos siempre
como si fuéramos criaturas predestinadas, secretamente
para no romper el sortilegio y perder blasones y ganar
realidades
Paco
❁❁❁❁❁❁❁
Foto y poemas de la página del libro Hermano Paco Urondo. |
que no te enojes:
Murió mi eternidad
con tu muerte
que aún velo.
Todavía jugamos como criaturas predestinadas
y no se rompieron los sortilegios, hermano
ni los encantamientos
y sí…,
blasones perdimos a montones
pero para bien de los dos
y de nuestra realidad.
Creo que estás en una estrella
donde te sentás todas las noches
a tomarte lo que sea que se beba en ámbitos celestes,
mientras los ángeles tocan guitarra criolla,
sé Paco querido,
que me dedicás alguna sonrisa y me guiñás el corazón
sabés que eso me oxigena
y te agradezco.
Ahora te dejo ahí, charlando riendo
en la música del cielo.
Quién te dice, que allí nos encontremos un día,
cuando aprenda a volar.
Beatriz
Del libro "Hermano Paco Urondo" de Beatriz Urondo y Germán Amato.
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Poema
Mediterráneo.
de éste donde hoy las gentes se dejan la vida tratando de
ponerla a salvo de la guerra". Joan Manuel Serrat.
En los últimos 6 años han muerto más de 15.000
personas tratando de llegar a Europa.
Que el Mediterráneo deje de ser una
gigantesca fosa común.
Que sea, como el de la canción,
un lugar maravilloso.
Mediterráneo.
Joan Manuel Serrat.
Quizá porque mi niñez
sigue jugando en tu playa,
o escondido tras las cañas
duerme mi primer amor,
llevo tu luz y tu olor
por donde quiera que vaya,
y amontonado en tu arena
tengo amor, juegos y penas.
Yo, que en la piel tengo el sabor
amargo del llanto eterno,
que han vertido en ti cien pueblos
de Algeciras a Estambul,
para que pintes de azul
tus largas noches de invierno.
Y a fuerza de desventuras,
tu alma es profunda y oscura.
A tus atardeceres rojos
se acostumbraron mis ojos
como el recodo al camino...
Soy cantor, soy embustero,
me gusta el juego y el vino,
tengo alma de marinero...
¿Qué le voy a hacer, si yo
nací en el Mediterráneo?
Nací en el Mediterráneo...
Y te acercas, y te vas
después de besar mi aldea.
Jugando con la marea
te vas, pensando en volver.
Eres como una mujer
perfumadita de brea
que se añora y se quiere
que se conoce y se teme.
Ay... si un día para mi mal
viene a buscarme la parca.
Empujad al mar mi barca
con un levante otoñal
y dejad que el temporal
desguace sus alas blancas.
Y a mí enterradme sin duelo
entre la playa y el cielo...
En la ladera de un monte,
más alto que el horizonte.
Quiero tener buena vista.
Mi cuerpo será camino,
le dará verde a los pinos
y amarillo a la genista...
Cerca del mar. Porque yo
nací en el Mediterráneo...
Nací en el Mediterráneo...
Nací en el Mediterráneo...
domingo, 4 de septiembre de 2016
De nombres, gritos y ausencias.
Septiembre también me duele,°
"me arde rojo" aquí en La Plata
desde hace cuarenta años,
desde la noche más larga,
con Daniel, Clara y Horacio,
Gustavo, Francisco y Claudia.
(Por el 16/9/1976)
Que los lápices sigan escribiendo.
Dónde está López.
"Y Julio que no aparece".°
Una década callada
con abyectos genocidas
soñando domiciliarias.
Amenazas, vejaciones
¡y con tanta democracia!
(Por el 18/9/2006)
Vivos los llevaron, Vivos los queremos**.
Y Ayotzinapa me duele,°
como el junio de Oaxaca.
Desde dos años enteros
los normalistas de Iguala,
43 gritan juntos
desde las propias entrañas
que no desaparezcamos.
¡Estudiantes no se matan!
(Por el 26/9/2014)
°La otra semilla de estos versos:
HACÍA BLOG ZARATUSTRA!
**Desaparecidos
- Abel García Hernández
- Abelardo Vázquez Peniten
- Adán Abrajan de la Cruz
- Antonio Santana Maestro
- Benjamín Ascencio Bautista
- Bernardo Flores Alcaraz
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- Christian Alfonso Rodríguez Telumbre
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- Everardo Rodríguez Bello
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- Giovanni Galindes Guerrero
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- Israel Jacinto Lugardo
- Jesús Jovany Rodríguez Tlatempa
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- Saúl Bruno García
Muertos
- Julio César Mondragón Fontes, estudiante normalista
- Daniel Solís Gallardo, estudiante normalista
- Julio César Ramírez Nava, estudiante normalista
- Alexander Mora Venancio, estudiante normalista (previamente en el grupo de 43 desaparecidos)
- Jhosivani Guerrero de la Cruz (previamente en el grupo de 43 desaparecidos)
- David Josué García Evangelista, futbolista, integrante del equipo de fútbol de tercera división Los Avispones
- Víctor Manuel Lugo Ortiz, chofer del autobús que conducía al equipo de fútbol a Chilpancingo
- Blanca Montiel Sánchez, pasajera de un taxi que circulaba por el lugar
Heridos
- Enrique Hernández Carranza, chofer de taxi
- Norma Angélica Rendón Chávez, periodista
- Hermenegildo Morales Cortés, agente del Ministerio Público
- Fátima Viridiana Bahena Peña, maestra
- Alfredo Ramírez García, maestro
- Francisco Xavier Medina Bello, futbolista, jugador del equipo Los Avispones de Chilpancingo
- Luis Ángel Torreblanca, futbolista, jugador del equipo Los Avispones de Chilpancingo
- Félix Pérez Pérez, futbolista, jugador del equipo Los Avispones de Chilpancingo
- Carlos Adame Flores, miembro del cuerpo técnico del equipo Los Avispones de Chilpancingo
- Pedro Rentería Lujano, miembro del cuerpo técnico del equipo Los Avispones de Chilpancingo
- Jorge León Saénz, miembro del cuerpo técnico del equipo Los Avispones de Chilpancingo
- Facundo Serrano Urióstegui, miembro del cuerpo técnico del equipo Los Avispones de
- Aldo Gutiérrez Solano (herido de gravedad).
- Édgar Andrés Vargas (herido de gravedad).
- Fernando Marín Benítez
- Jónathan Maldonado
- Daniel Galeana Rentería
- Miguel Ángel Espino Honorato
- Carlos Gerardo Tinoco
- Leonel Fons Noyola
- Andrés Daniel Martínez Hernández
- Érick Santiago López
- Gregorio Jaimes Reyna
- Valentín Ponce de León Brito
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