¿Llegás con pena
a tu almohada inconsulta?
Tantos puentes temblaron
inútilmente bajo tus pies hoy
que lo que querés
es que se te quite el agobio
y la flaqueza,
que la frustración no te aturda
la mirada ni los pasos.
Lo único que querés
es morder algo
antes de ser alcanzada
por las fauces de la iniquidad;
y como por arte de un mantra
que ulula
sugestivamente,
volver al amor.
O que el amor te llame.
Que te provoque
hasta en los maderos faltantes
que te hacen difícil
el latido al otro lado.
¿Volver al amor?
Si siempre volvés,
o mejor dicho:
hasta ahora volviste.
Estrella que todavía
nadie ha podido desconstelar.
Volver,
porque en el rito de pensar
reincidís en que algo tiene que regar
tanta pena.
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