En algún comercio de la ruta 7, entre Ingeniero Pablo Marín y Las Malvinas, muy cerca de la banquina, montaron el escenario de un predicador que vocifera a pesar del micrófono.
La gente sentada prolijamente en filas de sillas de plástico blancas, escucha atenta, o eso parece, porque el 410 o ex 57 en el que viajamos pasa tan a 90 que sólo permite una visión fugaz y despeina a los espectadores, al toldo del escenario, a la voz distorsionada de quien predica.
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