había poetas
con la cosecha de invierno
entre las manos
parecían días sin tiempo
de susurros en las espigas
y pájaros que partían las semillas
antes que la tierra
un hilo verde se tejía
en los alambres
era de ver la ofrenda
con sones de atardecer
e incendio de horizontes
después los colores se acurrucaban
la música parecía apagarse
para siempre
los pájaros morían
sí
morían
de tanta paz
que a llorarlos
no alcanzábamos
y yo conocía poetas
que nunca escribieron nada
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