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...o këmamëll, voz del mapudungún: "corazón del árbol", el centro, el meollo...

martes, 13 de agosto de 2019

Vaso encendido

Libre asociación para algún poema.

El agua, el vaso, la mesilla de noche, la aureola que queda, la lámpara, las cintas de colores colgando de ella, los libros, la colección de objetos pequeños, el celular en lugar del despertador, la evocación de la madre, mi madre dándome la mesita de mi niñez, la mesita usada como biblioteca, la nueva mesa, la suerte de mesita de luz hecha con cajones de verdulería, el velador elaborado con una botella de cerveza, la poesía de Requeni, el útero (el de mi madre, el de la tuya, el mío), el encuentro con Requeni, la cumbre del agua, el derecho al agua, elamoralagua, el 75% de nuestro cuerpo, mi cuerpo recostado sobre la cama al lado de la mesilla, el poema de Requeni, tu cuerpo y el mío entre dos mesillas.





El agua del poema de Requeni,
un recuerdo evocado con palabras,
la sed nocturna, el derecho a las gotas,
y el cuarto compartido con dos camas.

En ella está la infancia,
una porción de juventud
y un secreto que de otra cosa,
en su único cajón, se disfraza.

Tantos signos allí durante años,
tantos retos, tantas horas amargas,
junto a la aureola de apoyar la taza,
alguna cosa perdida y encontrada
y el despertador todas las mañanas.

En casa siempre fue "mesa de luz"
aunque hay otras formas de llamarla.
Y a mí su poesía me conmueve
en tantos modos de nombrarla.

Aunque no tenga a quien felicitar 
por el invento
con estas palabras al menos
rendirle honores intento.

¿Vos te acordás de cuando armamos una con cajones?
De frutas, de verduras, pintura de varios colores
y un velador bien loco que sacamos no sé de dónde.


De todo encontramos en ella, 

y aunque el Feng Shui no lo aconseje,
al igual que el sinfín de papeles,
la pila de libros cada día más, crece:
cada uno parece que es una cosa pendiente.


Hoy sube un gato curioso, mañana vuelve,

con sus pies de felpa su estructura apenas mueve.

Pasa el tiempo y las confesiones reaparecen,
más que en la almohada y en las nostalgias 
entre poemas y cuentos leídos en voz alta.

Si me preguntaran por el presente
si es que tal vez a alguien le interese,
el paisaje es éste:
una mesilla y la otra,
a cada lado de la única cama
y tu cuerpo y el mío entre ambas.


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