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...o këmamëll, voz del mapudungún: "corazón del árbol", el centro, el meollo...

miércoles, 21 de agosto de 2024

Requeni

 

Foto Tolhuin 

He pensado mucho en escribir sobre esta foto.
Es, para mí, decididamente una foto de álbum.
Pero de álbum de los de antes. De ésos de tapa dura que se dejaban hojear amorosamente, con plastificada suavidad.
Pero he aquí que imágenes como "plastificada suavidad", por caso, me suenan improcedentes, por no decir francamente torpes para hablar, siquiera al pasar, de Antonio Requeni.
Y entonces he pensado mucho en no escribir sobre esta foto.

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Hace exactamente un mes, cuando la hiciste (porque las fotos, ya lo sabemos, se hacen, no se sacan ni se toman), fui intensamente feliz. Lo fuimos, en esa tarde de julio en que nos reímos mucho, imaginando escenarios posibles mientras lo esperábamos en una incierta ochava.

Hace exactamente un mes, cuando nos pediste "permiso" para hacer la foto, todo el cosmos se serenó un momento y nos alumbró, con esa luz que se ve en la imagen.

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He pensado mucho en no escribir sobre esta foto, sabiendo que me iba a encandilar, precisamente, esa otra imagen de "la luz".
Como si la luz fuera algo intrínsecamente bueno, más aun, espléndido, qué digo espléndido: superlativo.
Como si la luz no fuese, después de todo, la hija natural de la oscuridad, esa belleza indescriptible en la que vivimos cuando soñamos.
Y soñar (según recuerdo cuando recuerdo) es administrar nuestras oscuridades como semillas de claridad.
A propósito, soñar es algo que nunca antes se me dio por definir como acabo de hacerlo, y sin embargo mi afán por escribir sobre el encuentro con Requeni me ha llevado a esta obra en construcción del pensamiento.

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Yo soñé encontrarme con Requeni. Yo soñé encontrarnos con Requeni.

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Hace exactamente un mes, cuando vivimos juntes esta experiencia, una de las más bellas de nuestra bella historia de amor(es), acaso empezamos a soñar otro sueño, o a soñarnos en otro comienzo. Aunque no hayamos tenido casi ocasión de conversarlo porque viajé inmediatamente; o precisamente por eso.

Hace exactamente un mes, cuando tu preocupación de fotógrafa era la pantalla con el candidato detrás de mi cabeza (y tu alivio fue descubrir que solamente salió la placa de infografía que allí se ve), habíamos hablado con él de casi todo en poco más de una hora.

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He pensado mucho en escribir sobre esta foto, sintiendo que todo escrito, Requeni de por medio, sería borrador de apuntes compartidos, libretita del alma nuestra. De eso vengo a hablarte, mi amor. 


Patricia Morante
He leído varias veces ese amoroso borrador, esa foto tierna nota que dudabas en escribir. Primero lo he leído de la publicación cuya configuración ya es tan nuestra. Luego, he decidido copiarlo en un word para volver a leerlo y así prescindir de las conexiones a las redes, concentrarme mejor en este ejercicio de escritura que tan bien me hace. En tercer lugar lo he leído en voz alta, con mi característica compañía ronroneante.
Esta última lectura me hizo entrar de lleno en las circunstancias de encuentro, charla, foto y escritura.
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He esperado que escribas, desde hace un mes exactamente. Desde que "hice" la foto (porque las fotos no se sacan, ni se toman, ni se tiran como dicen los cubanos), desde la felicidad de hacer la foto, desde registrar ese momento que soñaste para compartírnoslo.
¿Cómo no esperarlo, con ese sueño prefigurado que empezó aún antes de que se hiciera consciente?
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A Requeni lo leímos hasta por teléfono, en el Parque, en el Gorki, sobre el escenario, en la cocina. Maravilloso encontrarnos con él, charlar, y aún antes presentirlo en ese juego de cruzar la calle por si aparecía por el otro lado. Y verlo llegar, sonreírle, que sonría y que cambie el tono para preguntar cómo lo había reconocido. Otra vez el juego de cruzar la calle: Las Violetas ida y vuelta en menos de un minuto.
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Cada momento fue una foto, y también fue la escritura de una historia.
¿Cómo no dudar en escribir, con un encuentro que parece escribirse solo, que ni fotografías necesita? Porque cada evocación de ese día tiene los juegos precisos de luces y de sombras, de palabras y silencios.
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Pero no podemos con nuestro genio, ¿verdad?. Y a último momento pido permiso para hacer una foto, para que la luz me retorne a través de esas sonrisas y pensando: "hay que escribir algo acerca de todo lo vivido, acerca de lo conversado con el poeta, y que no sea una solo foto, que sean dos, y habría que empezar por el rechazo de Requeni hacia ese libro editado durante la dictadura..."
No podemos con nuestro genio y ya empezó la libretita borrador a circular de mano en mano, la foto de ojo en ojo y la palabra de voz en voz.
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Esto vine a decirte, mi amor.
24 de agosto de 2019

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