Leo un poema en voz alta
cada mañana al despertar,
antes del desayuno
antes de la pastilla obligatoria,
incluso antes de revisar el móvil.
Un poema.
Saboreo sus palabras.
Remoloneo en la voz.
Con las manos entumecidas
acaricio sus páginas.
No importa la autoría
ni el tópico ni el estilo.
Poema,
belleza nuestra de cada día,
dánosla hoy.
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