Lo lindo de vivir en Castelar, una de las ciudades arrasada por la tormenta hace ya una semana, y estar realizando una serie de trámites en tu "día libre", es llegar a la esquina de Carlos Casares y Arias y encontrarte con el escritor Alberto Ponzo. Y lo mejor es que es él quien te reconoce y levanta la mano para que te acerques, porque vos vas distraída y hasta un poco molesta, nada dispuesta a la serendipia.
Una alegría enorme en medio de la confusión en esa mañana que parecía haber perdido todos los colores.
Hay un diálogo breve porque él también está con trámites y yendo al médico. Le preguntás por su salud y él cree estar bien... sólo haciendo análisis de rutina.
Cuando ya se produjo el abrazo de despedida (y estás distraída nuevamente pero esta vez con una gran sonrisa), y caminaste unos metros, te llama: -Venga un poquito. Quiero hacerle un regalo... ¿puedo?... Porque yo siempre llevo un libro para ir regalando a los amigos. Es de Alba, va a ver qué lindo es-.
Y como si no hubiera sido suficiente con la gracia de habértelo encontrado, saca de su morral: "El saber de las palabras (... y más recuerdos)" de Alba Correa Escandell. Hojas del caminador (2008).
Leés en la introducción del libro escrita por don Alberto:
"Alba nos hace recordar en esta selección lo dicho por César Pavese: "Un solo documento nos interesa siempre y permanece nuevo: lo que sabíamos desde niños". Es este "saber" en su palabra lo que explica mejor nuestro homenaje" A.L.P
Ahora vas de la mano de la alegría, y tenés ganas de leer el libro de Alba y querés ir a revisar ese "documento" propio, que en algún lugar tenés guardado, del que habla Pavese.
Ahora caminás recordando el gesto, el abrazo y las palabras: -Bueno, cualquier convite que hagan me avisa, usted ya me conoce, ya tiene mis datos.
Y pensás en sus datos: Alberto Luis Ponzo... humildad, calidez, ternura.
Hermosa semblanza. De un momento, un lugar, un personaje...Saludos, Patri.
ResponderEliminar¡Qué hermoso comentario, Patri! ¡Qué encuentro poderoso!
ResponderEliminarTe abrazo y en vos abrazo a don Alberto, a su inolvidable musa, a esta loca, total, transformadora magia de la poesía.