¡El agua!
¿En resguardo de qué no habrá desgaire?
¡Del aire!
¿Cuál tesoro nuestro cuidado encierra?
¡La tierra!
Y a no ceder en la guerra
de dinero y regalías.
¿La vida de nuestros días?
¡El agua, el aire y la tierra!
°Un ovillejo (término derivado de ovillo) es una estrofa que
consta de diez versos agrupados en dos secciones de seis y
cuatro respectivamente. La primera sección consta de tres
pareados de pie quebrado,
formados cada uno por una
pregunta en octosílabo y su respuesta en
trisílabo a modo
de eco, siempre con rima consonante. Los cuatro
últimos
versos forman una redondilla
que resume el sentido de los
versos anteriores mediante el mecanismo
retórico de la
diseminación y la recolección, correspondiendo la
diseminación a los pareados y la recolección a la redondilla,
de forma
que el verso final recoge las tres palabras utilizadas
en los
trisílabos o pie quebrado. La rima de los versos 5 y 6
debe ser la
misma que la de los versos 7 y 10 para que ambas
partes se unan. Por
tanto, el esquema métrico es el siguiente:
a8a4b8b4c8c4c8d8d8c8.
Algunos la denominan estrofa de alarde y la inventó en su forma actual Miguel de Cervantes Saavedra. La usó en el capítulo XXVII de su novela El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha**, escribiendo tres ovillejos para la ocasión. Los ovillejos se hicieron muy populares, pero luego su uso decayó hasta ser prácticamente abandonado. Más tarde, en el Neoclasicismo, después en el Romanticismo, como hizo Zorrilla en el Tenorio, aunque con algunas licencias, y, por último, en el Modernismo, volvieron a ser utilizados. Miguel de Unamuno, uno de los mayores exponentes de la Generación del 98 (Antonio Machado, Pío Baroja, Ramiro de Maeztu, Ramon María del Valle Inclán y José Martínez Ruiz) también tuvo en cuenta esta estrofa en sus trabajos.
Es una estrofa brillante y muy sonora que implica cierta dificultad. Su elaboración artificiosa hace de esta estrofa un instrumento muy adecuado para la ironía, lo burlesco, lo humorístico o la sátira.
**¿Quién menoscaba mis bienes?
¡Desdenes!
Y ¿quién aumenta mis duelos?
¡Los celos!
Y ¿quién prueba mi paciencia?
¡Ausencia!
De este modo en mi dolencia
ningún remedio se alcanza,
pues me matan la esperanza,
desdenes, celos y ausencia.
¿Quién me causa este dolor?
¡Amor!
Y ¿quién mi gloria repuna?
¡Fortuna!
Y ¿quién consiente mi duelo?
¡El cielo!
De este modo yo recelo
morir deste mal extraño,
pues se aúnan en mi daño
amor, fortuna y el cielo.
¿Quién mejorará mi suerte?
¡La muerte!
Y el bien de amor, ¿quién le alcanza?
¡Mudanza!
Y sus males, ¿quién los cura?
¡Locura!
Dese modo no es cordura
querer curar la pasión,
cuando los remedios son
muerte, mudanza y locura.
Genial desafío. Veremos quién lo toma.
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