No sé si les habrá pasado: de pronto, estar atravesando unas vacaciones soñadas (o que ellas te atraviesen a vos), con una amiga del alma. Encontrarse a más de mil kilómetros de tu casa. Llegar a un lugar para almorzar y sentir que estás en tu hogar, aunque no hayas comido lo que preparás en tu cocina, ni en apariencia se parezca a tu patio ese patio. Sin embargo al rato de permanecer allí empezás a encontrar semejanzas o añoranzas entre objetos usados como macetas; sombras amadas de árboles añosos; plantitas que crecen saludablemente; alegría de quien te sugiere, pone la mesa y te sirve (Karina).
A mí me pasó hace poco en La Salamanca~Casa Pozo.
Gracias, gracias, gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario