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...o këmamëll, voz del mapudungún: "corazón del árbol", el centro, el meollo...

viernes, 23 de febrero de 2024

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A veces es sin palabras
Sin humana voz
Sin pentagrama
Sólo sumergirse
Leve tiempo
En el infinito silencio
De los pájaros
Leve silencio
En el infinito tiempo
De la lluvia
Patricia Morante. De "La plegaria de mis pies" (2021)

Ahora que estás justamente aquí quiero hablarte de la vez que el cielo se nos caía encima de tan cargado de estrellas.
Nos acostamos en las reposeras y nos dejamos cubrir por esa manta infinita bordada con un único hilo brillante. Los sonidos de la noche eran fabulosos y, por momentos, desconcertantes. Era tal la fascinación que hasta sentí un poco de temor.
Quedé perpleja, enmudecida por largo tiempo.
Sin embargo algo, tal vez una palabra o frase en mi garganta quería ser liberada.
Probé abrir y cerrar la boca pero solamente salían suspiros, casi en tono de sollozos.
Pensaba en las lecturas acerca de las estrellas, pensaba en el posible poema y en las mil formas de inspiración. Pensaba en el silencio. Sé que esbocé mentalmente una idea que se diluyó entre tantas emociones.
Empecé a bajar levemente los párpados para guardar esa maravilla titilante pero unos segundos después volvía a levantarlos, deseosa de no perderme nada y dejarme impregnar hasta el fondo del alma.
Y así fue que mientras quería abarcar lo más posible con la mirada, aparecieron meteoritos atravesando la atmósfera, uno acá y otro allá. Se repitió el fenómeno después de varios minutos hasta que comenzó a hacerse cada vez más frecuente.
Las "estrellas" trazaban su huella fugaz allá arriba entre punto y punto del bordado universal.
Aunque mi voz nunca apareció volvió la idea que antes se había disipado. Y mientras recordaba a borbotones episodios de la infancia y de otras etapas relacionados con este prodigio, un llanto silencioso, lento y continuo como un río manso que se reinicia empezó a brotarme.
Pensé: quizás sea ésta la última vez que vea un cielo así. Me lo llevo aquí dentro, me lo guardo para vivir. Después de todo puedo sentirme plena por este milagro que seguirá sucediendo a pesar del impacto de las luces citadinas, para vos, para mí, para nuestras familas, para nuestros desconocidos.
Cada noche bajo el mismo cielo el planeta entero con todas y cada una de sus especies.
Al fin y al cabo las estrellas nos unen.

Texto dedicado a quienes desde la ciencia o la poesía hablan de las estrellas; a quienes todavía piden deseos ante las fugaces y a María Gabriela Moreno, por supuesto, la maga de la reposera contigua.

Patricia Morante. Vivencia en Bello Estar, Loma Bola, Córdoba. Enero~febrero de 2024.



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