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...o këmamëll, voz del mapudungún: "corazón del árbol", el centro, el meollo...

sábado, 2 de marzo de 2024

Atardeceres transerranos

 

Cada vez que disfruto de los atardeceres recuerdo el episodio de El Principito en el que el personaje afirma haber visto un día cuarenta y tres de ellos en su pequeño planeta…

A mí no podría sucederme lo mismo en Tierra, entonces, cada vez que está la ocasión (o el ocaso ), tomo fotos casi en forma compulsiva o simplemente permanezco quieta llenándome de esa luz que se va yendo. Cuando decido prescindir de la cámara entrecierro los ojos. Los párpados y el pecho henchido son los únicos que se mueven en mi cuerpo. Como con otro fenómeno, el de los cielos límpidos, densamente estrellados, me pasa que no sé si esa pueda ser la última vez que yo vea un atardecer tan hermoso, entonces trato de acaparar de algún modo las imágenes.

La verdad es que busco atardeceres como el Principito. ¿Por qué será?

 



















 "¡Ah, principito! Así, poco a poco comprendí tu pequeña vida melancólica. Durante mucho tiempo tu única distracción fue la suavidad de las puestas del sol. Me enteré de este nuevo detalle, en la mañana del cuarto día, cuando me dijiste:

-Me encantan las puestas de sol. Vamos a ver una puesta de sol…

-Pero tenemos que esperar…

-Esperar a que el sol se ponga.

Al principio pareciste muy sorprendido: luego, te reíste de ti mismo. Y me dijiste:

-¡Me creo siempre en mi casa!

En efecto. Todo el mundo sabe que cuando es mediodía en los Estados Unidos el sol se pone en Francia. Bastaría poder ir a Francia en un minuto para asistir a la puesta del sol. Desgraciadamente, Francia está demasiado lejos. Pero sobre tu pequeño planeta te bastaba mover tu silla algunos pasos. Y contemplabas el crepúsculo cada vez que lo querías.

-Un día, vi ponerse el sol cuarenta y tres veces.

Y poco después agregaste:

-¿Sabes?... Cuando uno está verdaderamente triste son agradables las puestas de sol…

-¿Estabas, pues, verdaderamente triste el día de las cuarenta y tres veces?

El principito no respondió."


Capítulo VI de El Principito de Antoine de Saint-Exupéry. (Página 20 de la edición cincuenta aniversario de EMECÉ)

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