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...o këmamëll, voz del mapudungún: "corazón del árbol", el centro, el meollo...

lunes, 26 de diciembre de 2011

Una de trenes...

Foto Tolhuin

Esta anécdota la escribí hace unos años. Y mientras espero una nueva inspiración para el taller cómplice que tenemos con Ana María Oddo y Gustavo D'Orazio, vuelvo a compartirla, ya que de trenes se trata. Espero les guste. En aquella ocasión la denominé "Ventana al corazón". (La fotografía y la dedicatoria fueron agregadas recientemente)

A la tía Isabel, que en las palabras de despedida del domingo a la tarde incluía las circunstancias del domingo siguiente. A Carlitos, que se fue demasiado temprano pero nos dejó un inmenso legado de amor y ternura. A Adriana y a Silvia, por el rito.



En el trayecto que realiza de Moreno a Mercedes el antiguamente denominado "Ferrocarril Sarmiento", existe una estación llamada "La fraternidad", nombre del sindicato argentino que agrupa a los maquinistas de locomotoras y trenes, y que ha tenido no pocas acciones, algunas de más conflictivas, desde sus principios, allá por 1897.
El cartel de dicha estación parece tan antiguo como su fundación y la última vez que lo vi recordé con gran nostalgia, valga la redundancia, algunos episodios ocurridos allí hace poco más de veinte años.
Mi evocación se remonta, pues, a mi adolescencia, etapa de la vida que ha venido a hacerse presente muchas veces a lo largo de estos últimos tiempos.
En la estación "La fraternidad" ocurría casi todos los domingos y algunos sábados, y por el lapso de apenas unos segundos, un ritual ineludible...

Viajábamos regularmente con mi hermana y una amiga hacia Olivera, la segunda estación después de Luján. Esto significa que, en un principio, lo hacíamos los domingos cada dos semanas. Luego comenzamos a ir todos los domingos. Era nuestra fiesta. Nos esperaba una tía abuela, la tía Isabel, casi siempre con ravioles o fideos caseros y otras delicias. Su hijo, nuestro primo, Carlitos, vivía con ella.
Pasábamos todo el día allí. Luego del almuerzo, la sobremesa nunca tenía apuro. La tarde sí parecía irse volando. Entre juegos de cartas y alguna que otra visita se nos hacía la hora de tomar el tren de vuelta.

Luego de unos veinte minutos pasábamos otra vez por "La fraternidad"...

Pero...¿qué creen que ocurría allí digno de mencionar? Pues algo tan sencillo como tierno:
nos abrazábamos, ante las miradas estupefactas de todos los pasajeros. El ritual del abrazo, la fiesta de "la hermandad" se llevaba a cabo. Pues eso era lo que para nosotras significaba el nombre de la estación.

Hace unos días pasé por allí y, si bien, cada vez que hago el recorrido la añoranza me tironea una sonrisa, la última vez se me estrujó el corazón y se me llenaron los ojos de lágrimas. Divisé el cartel por la ventanilla, más deteriorado que en aquel entonces y un sinfín de imágenes, voces, olores y gestos comenzaron a visitarme dulcemente. La tibieza del sol invernal entrando por las ventanillas, el mate que comenzaba ni bien el tren salía haciéndose notar desde Moreno, nuestras locas conversaciones con los guardas, las fotografías de la época por las que había que esperar el revelado que generaba una expectativa ya inexistente en la época actual, las charlas, los chistes, la amistad.

Quizás estos recuerdos estén teñidos de los sentimientos nostálgicos de hoy y por eso me parecen tan bellos, quizás irrumpen el presente un tanto idealizados, como la evocación que realiza un romántico, pero lo cierto es que, si me arrancaron una lágrima deben ser importantes.

"La fraternidad" dejó de ser para mí una estación más a partir de la ocurrencia del primer abrazo.

LA FRATERNIDAD, una estación y un nombre.
La tibieza de un recuerdo asomada a la ventanilla.
El ritual ineludible de cada domingo: nuestra misa.
El abrazo y el culto a la amistad.

*
*
*
*
*

El viaje hacia el interior de uno mismo.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Al Bachi....

Las seis de la tarde,
relativa hora del reloj,
simbólico momento
del turno vespertino.
Hora del encuentro, la palabra, el abrazo;
mágica hora, la verdadera.
Allí donde antes, un pastizal y algunas ruinas
hay un parque, ahora;
en el lugar donde los colores reviven,
aún en invierno;
donde las semillas, esas que parecen
acunarse en el hueco de la tierra,
se riegan con las lágrimas;
las inevitables por fecundas,
las ineludibles por combatientes, lágrimas.
Allí y aquí, en el escenario de un canto nuevo,
de la plegaria que brota de los labios
y de las manos.
En este planeta que crece
con pisotones, caricias,
brazos en alto, con el buen y el mal humor,
el susurro y el grito, el fuego y el agua.
Aquí, donde un pájaro traído por el viento
de la memoria nos habla al oído,
nos dice, nos alienta, nos trina.
Aquí, están ellos y ellas
con la herramienta más poderosa,
con la sangre como un río,
con la piel herida,
y curando las heridas
de los otros,
con la sonrisa levantada,
evocando
reclamando
cosiendo
cocinando
construyendo
limpiando
amamantando
llorando
riendo
estudiando
golpeando puertas
pintando calles
habitando luchas
defendiendo la vida.



Otoño, seis de la tarde.
El cielo se desangra.
Y eso es un presagio. 
(Escrito en las retinas,
camino a Luján)
Mayo de 2012




miércoles, 21 de diciembre de 2011

Triálogos prenavideños.

Breve y emotiva fue la última presentación del año de Triálogos (Ana María Oddo, Gustavo D'Orazio, Patricia Morante) en un Espacio en el Arte Domus, en Castelar el sábado 17 de diciembre.
Esta vez Miguel Tizziani acompañó con guitarra y voz a Ana María en su maravilloso relato "Casas de lata".
Hubo confidencias, consuelos, pactos, reafirmaciones de fe, reyes magos, regalos y mucha magia... Era de esperar.
Los poetas-narradores-trialogantes afirmaron que están felices por lo realizado en 2011 y que ya están proyectando actividades para el año bisiesto.

¡VIVA LA POESÍA Y LOS DÍAS FELICES QUE TRAE!

domingo, 18 de diciembre de 2011

Poema de domingo.



Un domingo de éstos
voy a volver
a las mañanas de sol
y a la espera de la reunión
familiar.

Me tomaré el tiempo
suficiente y recordaré
los chistes de los grandes
y las risas indescifrables
de otra época.

Volveré a las preguntas
de las respuestas
a anteriores preguntas y,
si queda un minuto, le haré
decir a la abuela la receta
secreta de la comida
que mejor le sale.

Un domingo de éstos
volveré a perder el tiempo
en la hamaca o debajo
de la mesa.

Me disfrazaré de nuevo:
me echaré encima un traje
de persona grande,
como en aquellos tiempos;
o de niña... o de hada
para que sea más fácil
volver.

Un domingo de éstos...
cuando repare la bici
iré a dar la vuelta
a la manzana
y, justo en la esquina,
doblando la calle
cambiaré una mirada
por una sonrisa.

Un domingo de éstos
voy a comprar
una bolsa de caramelos,
y con ese tesoro dulce
iré a habitar
la sombra del paraíso.

Un domingo de éstos
voy a volver a la infancia.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Juancito, mi papá.(1933-1994)

...Hoy hubieras cumplido años...


Una pasión de juventud:
las bicicletas de carrera.

Un trabajo de casi cuarenta años:
el colectivo.










1935





¡GRACIAS, PA!

martes, 13 de diciembre de 2011

Confidencia.


A veces espero
en la quietud perturbadora
del estanque
en la herida
de la tarde
en las aspas
de la medianoche
en el ojo cerrado
de la luna
en el cielo recortado
de noviembre
en los pliegues vespertinos
del anhelo
en los recovecos inusitados
de la penumbra
alegre y sencillamente
espero

A veces quiero
en el deseo plantígrado
de la tierra húmeda
en la inquietante soledad
del cenit
en el nombre y la pregunta
desvestidos
en los bordes difusos
del desconcierto
en el rito incesante
de la palabra
en los sinuosos escondites
de la plenitud
en el halo ceremonial
del silencio
inesperada y claramente
quiero

A veces deseo
en el sueño simulado
de lo montaraz
en el sabor oscuro
de lo incierto
en el rasguño avizor
del alba
en el secreto hundido
de la muerte
en la lluvia vital
del sauce
en la antesala
del salto al vacío
en el febril anuncio
de la siesta
ahogada y profundamente
deseo

A veces sueño
en el umbral
del desvelo insoslayable
en el vasto río
de la evocación
en la languidez
de los párpados
en la parsimonia
de la última luz
en el fulgor sereno
de las hojas
en la sombra prestada
del paraíso
en el instante abrasador
de la respiración contenida
audaz e impetuosamente
sueño.

A veces...
a veces vivo.


viernes, 2 de diciembre de 2011

Cantata de Puentes Amarillos.

Puente bajo la lluvia. Vincent Van Gogh.



Todo camino puede andar
Todo puede andar...
Con esta sangre alrededor
no sé que puedo yo mirar
la sangre ríe idiota
como esta canción
¿ante qué?

Ensucien sus manos como siempre
Relojes se pudren en sus mentes ya

y en el mar naufragó
una balsa que nunca zarpó
mar aquí, mar allá

En un momento vas a ver
que ya es la hora de volver
pero trayendo a casa todo aquél
fulgor
¿y para quién?

Las almas repudian todo encierro
las cruces dejaron de llover

sube al taxi, nena
los hombres te miran
te quieren tomar
ojo el ramo, nena
las flores se caen, tienes que parar
Ví las sonrisas muriendo en el
carrousell
Vi tantos monos, nidos, platos de
café
platos de café, ah

Guarda el hilo, nena
guarden bien tus manos
esta libertad
ya no poses, nena
todo eso es en vano
como no dormir

Aunque me fuercen yo nunca voy a decir
que todo el tiempo por pasado fue mejor
mañana es mejor

Aquellas sombras del camino azul
¿dónde están?
yo las comparo con cipreses que ví
sólo en sueños
y las muñecas tan sangrantes
están de llorar
yo te amo tanto que no puedo
despertarme sin amar
y te amo tanto que no puedo
despertarme sin amar

¡No! nunca la abandones
¡No! puentes amarillos
Mira el pájaro, se muere en su jaula
¡No! nunca la abandones
Puentes amarillos, se muere en su jaula
Mira el pájaro, puentes amarillos
Hoy te amo ya
y ya es mañana
Mañana
Mañana
Mañana

LUIS ALBERTO SPINETTA- PESCADO RABIOSO

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Antiprincipito en La Boca y en Ituzaingó


3 y 11 diciembre: Antiprincipito, Reunión Secreta x 2

El 3 de diciembre: Reunión Secreta Anual. Antiprincipito

Al escenario, Arte Fusión. Barrio de La Boca. Entrada Libre

Dirección: Aráoz de Lamadrid 1001.

Cómo llegar, clik aquí


El 11 de diciembre: Antiprincipito + Sándalo, Orquesta cuatridimensional

Espacio Deseares, Barrio de Ituzangó Sur. Anticipadas $30

Dirección: 24 de Octubre 1364

Cómo llegar, click aquí


Actúan: Patricia Morante • Tatiana Emede • Pablo Cortés • Germán Amato • Anahí Dratman • Sofía Sahakian • Eugenia Frattini • Facundo Fraga

Tocan:
Karl Hutt (violoncello) • Julia Tchira (piano y violín) • Pablo Cortés (guitarra)

Pista Secta Peluquera:
Pablo Cortés • Germán Amato • Grabación y Arreglos Tecnos: Hernán Crespo

Baila:
Vanesa Menalli • Música compuesta e interpretada en piano: Julia Tchira • Acompaña en copas: Rosa Castilla

Guión:
Patricia Morante • Pablo Cortés • Tatiana Emede • Sobre textos del libro Antiprincipito de Germán Amato

Produce:
Antiprincipito

Asistencia de dirección:
Pablo Cortés • Patricia Morante • Tatiana Emede • Alfredo Aguirre

Dirección:
Germán Amato

sábado, 26 de noviembre de 2011

Derecho al consuelo.

Una lágrima hasta el cuello
habla en su recorrido.
Se burla, en cierto modo
de la falta de voluntad para retenerla.
Claro, si ningún dedo
osó mojarse en ella,
ningún pañuelo,
(de cualquier material que se precie)
la enjugó.
Una lágrima hasta el cuello
simplemente se desliza,
ufana,
hasta evaporarse.
Ahora, el llorón o la llorona
(generalmente la llorona)
tampoco quiso o pudo
atajarla.
Una lágrima hasta el cuello
dice "soledad",
para el ser que la deja
escapar, no para ella;
porque casi siempre
detrás de una,
viene otra, acompañando.
Y esa legión de lágrimas
hasta el cuello gritan
que nos humedeceremos
más de la cuenta.
No podemos evitar la lágrima,
ni una ni varias de ellas.
Lo que sí nos está permitido
es atajarlas ni bien asoman
e iluminan de manera especial
la mirada.
Porque las lágrimas no ensombrecen...
¿No vieron, acaso, en ellas
un brillo bastante peculiar
apenas nacen?
Durante el recorrido
es otra cuestión...
...Una lágrima hasta el cuello
es otra cosa.
En primer lugar e inevitablemente,
va perdiendo fulgor
en su camino.
Luego, se vuelve opaca, insignificante,
sosa.
(Las lágrimas recién
salidas son más
salerosas)
Ojalá tu lágrima no te llegue
hasta el cuello;
o, en su defecto, sea absorbida
por la camisa o la blusa
de la persona que te quiere
u ocasionalmente
pueda consolarte.

lunes, 21 de noviembre de 2011

LA POESÍA ES ESTAR DE PIE EN LA VIDA...

...La frase es del poeta mapuche Bernardo Colipán Filgueira y el convite fue otra vez de TRIÁLOGOS, en La Casita Cultural, donde se conjugaron y conjuraron la poesía, los mandalas y las artes plásticas. También el escritor Gabriel F. Degraaff presentó el libro "Sus demonios".



LA LLAVE QUE NADIE HA PERDIDO.

La poesía no sirve para nada
me dicen
Y en el bosque los árboles se acarician
con sus raíces azules
y agitan sus ramas al aire
saludando con pájaros la Cruz del Sur
La poesía es el hondo susurro de los asesinados
el rumor de hojas en el otoño
la tristeza por el muchacho
que conserva la lengua
pero ha perdido el alma
La poesía, la poesía, es un gesto
un sueño, el paisaje
tus ojos y mis ojos, muchacha
oídos corazón, la misma música
Y no digo más, porque nadie encontrará
la llave que nadie ha perdido
Y poesía es el canto de los Antepasadosel día de invierno que arde y apaga
esta melancolía tan personal.
ELICURA CHIHUAILAF





viernes, 11 de noviembre de 2011

Un relámpago maravilloso...


TRIÁLOGOS.

Volvemos a LA CASITA.

Último Convite 2011

19 de noviembre- 19:30

NARRACIONES

MÚSICA

POEMAS

Y OTRAS EXPRESIONES ARTÍSTICAS


BRINDEMOS POR LA VIDA

POR LA PALABRA Y EL ARTE

A la gorra

ODDO- MORANTE- D'ORAZIO

los esperan

LA CASITA CULTURAL

RANCHOS Y MACHADO, CASTELAR/MORÓN

sábado, 29 de octubre de 2011

viernes, 28 de octubre de 2011

Poema en andén 3.



Diseño collage caligrama Tolhuin.
Click sobre las imágenes para agrandarlas...



sábado, 22 de octubre de 2011

Una mujer apresada en la ciudad.


En el duro corazón de esta urbe
sólo he oído perentorios pasos;
la melodía franca, los saludos,
dando lugar al trepidar del tránsito.
Ronroneo de ruedas y motores
desdeñan los acordes del ocaso.

Sólo he visto el cielo abigarrado
de cablerío, tizne y humareda.
Y en el aire las bandadas que huyen
como en revoloteo de cadenas.

A mis pies, el asfalto caprichoso
asfixiando la tierra derrotada.
Como bandera, una columna erguida;
y como escudo, una triunfal muralla.

En triste afán de dominarlo todo ,
los edificios recortando el cielo.
Zumbido de aturdidos ascensores
encajonados en tenaz concreto.

He madrugado ebria de artificios
en la ferocidad de marquesinas.
De cara al techo, ojos ofuscados,
en el destello de tubos y bombillas.

Mi malogrado sueño han acunado
nanas fatales de efectos especiales,
en bullicio de horror y de pavura
con que detonan vastas soledades

El árbol de mi infancia, derribado
Y con él, un sinfín de suaves pájaros.
De la tierra mojada el dulce olor,
los nidos y los vuelos, olvidados.

El desierto, las yungas, las mesetas,
puna, monte, delta y pastizales,
genuinos pueblos, postas y parajes
son el país, y también las ciudades.
Patricia Morante.

Esta poesía surgió como una respuesta a "Carta al hombre de la ciudad" de Ñusta de Piorno que conocí a través del blog del GAUCHOGUACHO cuya lectura recomiendo.

La poeta y destacada folclorista argentina ÑUSTA DE PIORNO nació el 22 de abril de 1916 en la ciudad de Trenque Lauquen, provincia de Buenos Aires. Ha publicado, entre otros, los poemarios Pañuelo de yerbas (1968), Elogio de la mujer anterior (la mujer de la conquista del desierto) (Trenque Lauquen, 1968), Pampa humana (1969), Canto a Trenque Lauquen y otros poemas (1971), Canto a José Hernández (1973), La torcaza purpúrea (1980), Celebración del paisano (1980).

domingo, 16 de octubre de 2011

Otra mañana.


Foto Tolhuin.
El amanecer es un perfume a pomelos.
Algo indefinido vuela en el aire.
...Es una mañana que parece otra...
Su piel se estremece.
Y la fragancia, y cerrar los ojos
para inspirar mejor.
Un pequeño mundo en sus yemas,
en sus palmas, en sus labios.
Piensa en la herida abierta en el horizonte,
piensa en la huella.
Piensa en los surcos al costado del camino.
-Esta mañana es otra- dice.
Y el aroma que regresa

como una ráfaga.
Los jugosos minutos,
en su boca,
se vuelven pasajeros
de un viaje parsimonioso...
Sobre el mantel, los cuencos
donde bebió la vida.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Hechizo.

Puede ser una canción, un aroma en el aire o el trinar de un pájaro al amanecer.
Puede ser el olor a tierra mojada, una sábana caída o la voz de la tarde.
Puede ser un centauro, la florcita del monte o el ladrido de un perro.
Puede ser el roce de las manos, la palabra esperada o el agua salpicando.
Puede ser una foto, un poema o la noche estrellada.
Puede ser una magnolia, un abrazo macerado con el tiempo o una sonrisa.
Puede ser la lluvia tibia, el nombre de un ser alado o un árbol centenario.
Puede ser un beso, un cuento o una pregunta inquietante.
Puede ser una hoguera, el frío o el miedo.
Puede ser el silencio generoso, la brisa entre las ramas o la luna cómplice.
Puede ser la herida del atardecer, la huella en el camino o una cita prorrogada.
Puede ser una lágrima hasta el cuello, un susurro o una zamba.
Puede ser el deseo, la ternura o el desconcierto.
Puede ser una puerta abierta, el calor en el pecho o un rito de domingo.
Puede ser un sueño irrompible, una fruta madura o un objeto preciado.
Puede ser una cocina encendida, el olor a azahares o la piel erizada.
Puede ser un cuaderno, la última hoja del otoño o un poeta.
Puede ser un racimo de versos, la primavera tardía o una ráfaga.
Puede ser la penumbra, un nido o la anécdota de la infancia.
Puede ser una letra caída del renglón, una carta o un libro amigo.
Puede ser un zumbido de abejas, una princesa o un pequeño dragón.

...Es una mirada y la gracia de haberla encontrado.

jueves, 6 de octubre de 2011

Derecho a la tristeza.

Me va a gustar sonreir mañana,
recibir las flores,
compartir la dicha,
dar, de mi mano,
semillas a los pájaros.
Pero hoy defiendo
mi derecho a la tristeza.
Ella está aquí y no es
que tanto me agrade
pero ¿por qué echarla fuera?,
después de todo es
mi única compañía.

Sé que es más sana la risa,
la algarabía, el buen humor,
el canto alegre, el feliz aplauso...
Pero ¿quién hace mirar dentro de mí
si no es ella?
¿Quién, sino ella, lava mis ojos de impurezas,
este atardecer de limpieza general
del cielo?

Tristeza mía, no te instales
pero quédate esta noche.
Esperemos juntas los pájaros
que mañana amigarán.
No permitas que te arrojen,
yo te defiendo.
Defiendo mi derecho a ti,
tristeza.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Triálogos primaverales...

"...lo que me gusta, en realidad, es que haya estaciones..." Juan Gelman.

Creo en el canto de un nuevo día.
Creo en buscadoras y rastreadores de encuentros.
Creo en artistas de metáforas.
Creo en el abrazo, en la mirada de amigos y amigas, en la fresca lluvia de palabras.
Creo en la música de los latidos.
Creo en magos y asistentes de la risa.
Creo en los constructores y arquitectas de puentes y caminos.

CREO EN LAS MANOS QUE CUECEN POESÍA.

Triálogos del 24 de septiembre en Domus.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Microborrador.

Amante de calidad.

Para poder olvidarlo empezó a romper una a una las imágenes de él que tan celosamente había coleccionado. Cuando tuvo una buena pila de papeles triturados encendió la licuadora. En escasos centímetros cúbicos de agua fue colocando, de a poco, los trozos de papel.
Tomó las bandejas para reciclar y llenó cada una hasta donde le dictó la discreción. Esperó el tiempo indicado, canturreando distraídamente en sus idas y vueltas por todos los ambientes de la casa.
Una vez que consideró oportuno revisar los resultados de esa pasta amorfa, se acercó lentamente. Como por las piezas de un museo posó su mirada por cada uno de los diez recipientes. Alli estaban: el ojo derecho y mechones de su cabello, el ojo izquierdo y los dedos de una mano, la boca sonriente, el ojo y parte del entrecejo, la boca y el mentón, el ojo, la boca, el ojo, la boca...
Tuvo que resignarse a no olvidarlo. Indudablemente el papel de excelente calidad no colaboró.

Cinco mujeres.

Escena de la obra desarrollada durante la mística del campamento de formación en género del Frente Popular Darío Santillán.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Vuelven los convites poéticos, vuelve Triálogos.

El 24 de septiembre, nuevamente en DOMUS, TRIÁLOGOS RENOVADOS...
Los esperamos en Campana 886, Castelar Norte. La cita es a las 19:00.

martes, 13 de septiembre de 2011

"...Por la paz, por la vida, por el canto..."

Cuentos para la tarde en DOMUS, un espacio en el arte, el 11 de septiembre.
Por maestros y maestras, "...por la paz, por la vida, por el canto, por el gorrión que vuela cuando beso..." Juan Gelman.
Admiración por Ana María Oddo.(Fotos de Paris Aspiazu)

Ato solene de Luis María Pescetti en la voz de Ana.
Herramientas de José Zarzur, en la voz de Patricia Morante.
Un 11 de septiembre murió Domingo Faustino Sarmiento y en su homenaje se celebra a los maestros en esa fecha.

Un 11 de septiembre un golpe de estado acabó con la vida del presidente Salvador Allende y sumió en el horror al pueblo chileno.

Un 11 de septiembre fueron derribadas las Torres Gemelas y la humanidad entera supo que no habría ya lugar seguro sobre la Tierra.

Un 11 de septiembre, en la localidad de Castelar, nos reunimos nosotros aquí, en Domus, este espacio en el arte, para compartir la palabra, para construir con palabras, para decir y decirnos, para hacer al mundo un llamamiento.



En fin...otra tarde feliz...

miércoles, 24 de agosto de 2011

CHANGO FARIAS GOMEZ, DEBAJO DEL SAUCE


A veces te recuerdo
Mirando al río
Sobre la espuma, lejos
Anda el olvido.

Bajo este sauce solo
Yo te he querido
Y se ha quedado el sauce
Mas pensativo.

Donde andará mi amor
Que se fue penando
Por este olvido
Me vuelve con la zamba
Arrepentido.

No sé por qué desando
Viejos caminos
Sabiendo que son otros
Nuestros destinos.

Ya me voy con la tarde
Triste y dolido
Nuestro amor es recuerdo
Lo llevo el río.


Debajo del sauce solo
A veces te recuerdo
Mirando el río;
Dentro la espuma, lejos,
Anda el olvido.

Bajo este sauce solo
Yo te he querido
Y se ha quedado el sauce
Mas pensativo.

Donde andará mi amor
Que se fue,
Penando por este olvido
Me vuelve con la zamba,
Arrepentido.

No sé por qué desando
Dulces caminos
Sabiendo que son otros
Nuestros destinos.


Ya me voy con la tarde,
Triste, dolido,
Nuestro amor es recuerdo:
Lo lleva el río.



martes, 16 de agosto de 2011

Crujen las uvas...


gotas vitales
acarician las uvas

tarde silente
gélidas flechas
en los rostros de bruma
dicen invierno
siesta imperial
otra vez soslayada
en los umbrales
tórrido anhelo
como piedras turbadas
bajo su fuego
en los umbrales
una sombra se asombra
bajo la lumbre
como un deseo
las semillas escapan
de tus balcones

gotas vitales
acarician la tarde
crujen las uvas

domingo, 7 de agosto de 2011

OBRERO DE LA MÚSICA.

Este cuento está dedicado al Músico Social Miguel Ángel Estrella: Embajador de Buena Voluntad de la UNESCO y fundador de la ONG Música Esperanza. Es también creador de la “Orquesta de la Paz” compuesta por jóvenes músicos árabes e israelíes. La historia aquí narrada está basada en una anécdota que el mismo Miguel Ángel Estrella contó en uno de sus conciertos. La historia y el cuento me dieron muchas satisfacciones, relatándolo en diferentes ámbitos, desde el 2008 en que fue escrito hasta ahora. Hoy, en especial, volvió la música de Bach a mis oídos y a mi corazón. Por eso mi deseo es volver a publicar esta historia. También recordando al maestro Atahualpa Yupanqui que, según el mismo Miguel Ángel Estrella, decía que escuchar media hora por día a Bach nos hacía más buenos...

Obrero de la música.
"Así, mientras el mundo gira y se derrama, Johann Sebastian llega, prende su llama y vuelca su tinaja con agua de la vida". Concierto N° 6 de Brandenburgo. José Zarzur.

Esa mañana, José no imaginó que a partir de un tedioso trámite bancario se produciría el milagro, o la revelación. Al levantarse pensó por unos segundos en postergar su viaje a la ciudad; en tomarse el micro la próxima semana; en pedirle a su compadre, que viajaba seguido, le hiciera el favor de acercarse a la sucursal y realizar el trámite por él. Pero recordó con gran pesadumbre que el telegrama dictaba: “Trámite personal y dentro de la semana de recibido”. Ya no podía dudar. Con esa impronta que lo caracterizaba en estas situaciones, situaciones que quería “sacarse de encima”, se vistió y se dirigió a la terminal. Durante la primera parte del trayecto y en medio del sopor, comenzó a recordar lo que le había pasado una noche de esas, bastante habitual, en que había llegado a su casa, luego de una dura jornada. Se había despedido casi al amanecer de su mujer y regresaba muy tarde, a medianoche. En la fábrica donde trabajaba las cosas no andaban bien y para colmo de males otra vez había discutido con su jefe. Su cansancio era muy grande, apenas si tenía ganas de comer. Entró por la puerta de la cocina que en esa época del año dejaban entreabierta. Se sorprendió al asomarse a la habitación y ver a su mujer ya acostada. En otros tiempos, Marta no se hubiera dormido sin conversar un poco con él mientras lo veía comer con ganas lo que ella le había preparado, pero esta vez el cansancio la había vencido. La mujer también había trabajado todo el día en la limpieza de varias casas vecinas. Ahora, mientras respiraba acompasadamente y soñaba, José la observaba con tristeza pensando en el poco tiempo que pasaban juntos. Aquella misma noche se quitó los zapatos, se lavó bien las manos y recién cuando buscó el plato con la comida se dio cuenta de que la radio estaba encendida. Pensó que su mujer, de algún modo había querido compensar su ausencia. Levantó un poco el volumen y escuchó una música lenta, quizás un poco monótona para su gusto pero dejó que siguiera sonando: - “Juan Sebastián Bach”- había anunciado el locutor a la medianoche…-, música para el alma, conciertos de Branden…- y José se había hallado en el paraíso. -Juan Sebastián Baj,- había repetido una y otra vez hasta que decidió escribirlo con una letra más que prolija- debe ser tucumano si me gusta tanto. Voy a averiguar quién es-. El movimiento del micro lo regresó al presente, y cuando estaba a punto de cruzar el vado, que le señalaba la mitad del camino, José se asomó por la ventana y observó cómo la crecida arrastraba ramas, piedras y barro. El sopor le ganó otra vez y se sumergió nuevamente en los recuerdos. Esta vez su memoria lo condujo más lejos: un episodio de su niñez en el que había estado esperando toda la tarde a su padre. Ese día cumplía ocho años y había encontrado al despertar y entre las sábanas un camioncito de lata, un cuaderno de tapa dura y un lápiz. En la primera hoja decía con una letra muy esmerada: -“Dibujame lo que soñaste “. Él no podía recordar su sueño de dormido entonces dibujó otro sueño: una mesa, una mesa enorme a la que estaban sentados él, su padre, su madre y todos sus hermanos. Con su cuaderno en la mano y jugando con el camión había esperado hasta que lo venció el sueño.Cuando se despertó su padre estaba comiendo y en la radio sonaba una música suave. Ahora, sentado en el micro y en medio del traqueteo pensó por un instante en la forma en que las historias se repiten, en que las emociones se unen a través del tiempo. Pensó en lo importante que había sido ese cuaderno. Pensó en la música de la radio y cómo se había relajado escuchándola aquella vez, que se había sentido realmente sosegado. El micro ya finalizaba su recorrido, José tomó su bolso y se acercó al chofer. Como por impulso le preguntó:-Chango, ¿vos no sabés quién es Juan Sebastián Baj?-. Y obtuvo como respuesta la que había recibido toda la semana en la fábrica cada vez que preguntaba por su personaje: -No, Negro, ni sé quién es ese-. Se dirigió hacia la entidad bancaria pensando que en la ciudad alguien tenía que conocerlo, si hasta por la radio lo pasaban. Cuando por fin estaba terminando su trámite observó en la solapa del traje del joven que lo atendía, una identificación: “Sebastián Corrales, cajero”. -¿ Usted sabe quién es Juan Sebastián Baj?- cuestionó intempestivamente. El joven lo miró con enormes ojos. -Un músico- respondió secamente. -Sí, un músico. ¿Y es de por acá?. El muchacho rió y luego, ante la mirada entre seria e ingenua de José, se sonrojó. Cuando los ánimos se tranquilizaron le explicó que Juan Sebastián Bach había nacido en Alemania en el siglo XVII, que su música había sido reconocida tardíamente y que se habían escrito muchos libros respecto de su vida y su obra y que había tenido muchos hijos. La madre, al joven cajero, le había puesto el nombre por él porque lo admiraba y su hermano mayor se llamaba Juan… Las dos horas siguientes, hasta abordar el micro de regreso, transcurrieron en un antigua librería donde consiguió, una serie de biografías y un pequeño tesoro en forma de libro: “Vida y obra de Johann Sebastian Bach”. Leyó todo lo que el traqueteo del micro le permitió y soñó, soñó dormido y despierto todo el viaje. Volvió a los recuerdos: la música en la radio, los regalos de su padre, su esposa, su jefe y las peleas, la música otra vez, la paz, el paraíso, la lectura, Juan Sebastián…y la pérdida temprana de su padre. Juan Sebastián o Johann Sebastian: un trabajador como él, un rebelde también, un obrero, obrero de la música.

miércoles, 27 de julio de 2011

El carnicero.

La primera vez que lo vi no lo podía creer. Atravesé el umbral de la puerta y casi retrocedo del impacto que me produjo. Pero no, no podía ser, todo era producto de mi imaginación. Un artista famoso como él, con su trayectoria, con su encanto, su "carisma" no podía estar atendiendo un negocio. No podía ser el nuevo"carnicero" del barrio.Y no porque ese trabajo no fuera digno sino porque no parecían compatibles las dos tareas. Artista de la tele y carnicero; estrella de las tablas y empanador de milanesas; actor de cine y trozador de pollo. Nadie me lo creería.
Me asaltaron las dudas porque, realmente, era muy parecido. Era idéntico.
Me quedé esperando mi turno. Como había tres personas antes que yo, pude observar, disimuladamente, cada detalle de sus gestos, la forma de moverse, sus ademanes, su peinado inconfundible.
Cada vez que preguntaba "¿qué más?", me iba convenciendo de que era él, sólo por la modulación y el tono de su voz.

Volví a la semana siguiente. La crisis económica no me lo permitió antes.
Había cargado gran ansiedad en todo mi ser. Había investigado a mi personaje en Google. Había mirado infinidad de fotografías. Ninguna información me había sido proporcionada del devenir en "carnicero" de mi artista.
La certeza estaba en que cada imagen me acercaba más a mi realidad semanal de comprar un churrasco, de que ese carnicero lo cortara, lo pesara, lo colocara en la bolsa, hiciera la pregunta de rigor, me cobrara y respondiera a mi saludo final.
Un día lo saludé dos veces al retirarme. Quería verificar el tono de su "hasta luego, gracias". Entonces ocurrió lo imprevisto: en vez de saludar de nuevo, se rió. Como para entonces ya no lo estaba mirando porque (repito) sólo quería escuchar su voz, me di vuelta ante el tintineo de su carcajada. Y lo vi. Mejor dicho, vi su boca abierta con algunos dientes. Vi, en definitiva, su sonrisa incompleta. No se parecía en nada a la de mi artista. Parecía el rostro de otro el que estaba viendo.
Me fui de allí (con mi consabido churrasco), desilusionada. Me daba ánimos diciéndome: "hoy no estoy bien, veo las cosas diferentes".
A la semana siguiente terminé de convencerme. Su cabello estaba peinado muy diferente de otras veces. Mi artista nunca hubiera hecho eso. Aunque por un momento pensé que, quizás, otros lo habían descubierto igual que yo y lo que buscaba en ese cambio era ocultar su tan conocida fisonomía. Fue un pensamiento pasajero que se esfumó con el recuerdo de los abismos de su boca.

No dejé de ir a la carnicería. Suelo renunciar a un comercio cuando no recibo la atención adecuada o quieren venderme gato por liebre. No era el caso, allí sólo se vendía carne vacuna, de cerdo y pollo.
Sin embargo, comencé a asistir casi automáticamente, un poco por no abandonar la necesidad de que no escasearan en mi ser las proteínas de alta calidad (aminoácidos esenciales, que mi organismo no podía fabricar), además del hierro la vitamina B y el zinc; un poco por el deseo incontrolable de los ácidos grasos saturados y los monoinsaturados, de efectos más favorables, por cierto.
El personaje comenzó a perder mi atención paulatinamente, hasta que por fin, un buen día, olvidé para siempre los pensamientos que se habían apoderado de mí durante tanto tiempo. O creí olvidarlos...

Una mañana, cuando introduje mi mano en el bolsillo de mi campera para buscar el dinero que abonaría mi cuenta, encontré allí mismo una serie de pequeños volantes. Creo que no lo he dicho todavía: soy actriz y mi pasión por la obra de teatro de la que participo me hace promocionarla en forma obstinada. De allí que cuando encontré esos volantes se me ocurrió que los podía dejar en la carnicería, para que los clientes se interesaran. Además, había observado una cartelera en la pared lateral, muy cerca del mostrador de la caja registradora.
-Disculpe- le dije al comerciante. -¿Puedo dejarle unos volantitos?-.
-¿Volantitos?- preguntó abriendo los ojos de una manera que comenzaba a resultarme muy familiar y en un tono de voz que me remontó a las tardes de mi infancia.
-Sí, de una obra de teatro de la que participo- le confirmé.
-¿Obra de teatro?- cuestionó con el conocido énfasis y los ojos que comenzaban a llenársele de lágrimas.-¡No me diga que usted participa de ella! Yo, yo mismo participé de muchas...

Lo que siguió a estas frases no podré reproducirlo con la objetividad necesaria para que el lector saque sus propias conclusiones.
El "carnicero" saltó al mostrador y comenzó a hacer una serie de piruetas y pantomimas. Bailaba, se sacudía, cantaba.
El público, es decir, los clientes, empezaron a hacer palmas y a repetir las letras de las canciones.
Entraba más y más gente desde la calle...

-Entonces... usted es... ¡usted es...!- dije emocionada por la confirmación de lo que había estado cavilando durante meses.
-Sí, soy- me contestó con su sonrisa ahora brillante.
-¿El verdadero? ¿El de nuestra infancia? ¿El auténtico? ¿El número uno?- las preguntas salían de mi interior sin pausas y con cada una de ellas aumentaba mi entusiasmo.
El público aplaudía, gritaba, pronunciaba su nombre.
En un momento, quedamos dialogando él y yo. La gente comenzó a callarse y a observarnos.
El carnicero se sentó en el mostrador que, por lo alto, hacía ver sus piernas colgando como las de un muñeco.
-Sí, soy el auténtico... no lo dude- en ese momento el local estalló en aplausos.
-Soy el auténtico... el auténtico imitador. Pero...¡el imitador número uno! ¿Eh?

Salí corriendo, jamás volví a entrar a ese comercio. Durante semanas no pude olvidar los últimos episodios sucedidos allí. Tampoco pude olvidar al carnicero y sus interjecciones llamando a la gente, que desilusionada, se agolpaba en la salida para huir del local.

-¿Eh?. ¡Eh! ¡Eah, eah...! ¡Eah, eah,
eah, eah...pepé!

domingo, 17 de julio de 2011

La bendición de los colibríes.


Esto pasó hace diez años, cuando nuestros hijos eran muy pequeños, y durante dos primaveras seguidas...
Unos colibríes construyeron su nido en un arbolito del patio de la casa. Pendía, de una de las ramas más débiles de un ficus, una especie de bolsita apenas un poco más grande que la tapa de un envase plástico, pero mullida de hojas y plumas. ¿Cómo podía ser? Es que la debilidad de las ramas no permitía subir a ningún depredador, al menos de los existentes en este barrio.


Al año siguiente, para la misma época aparecieron nuevamente, otros colibríes, supongo...
Reconstruyeron un poco el nido, lo acondicionaron, ya que las lluvias del otoño y del invierno lo habían dejado maltrecho.


Sentí entonces que este hogar era bendecido con la presencia de esos seres diminutos, inquietos, que, antaño, durante mi infancia, habían despertado más de una fábula... Sentí que confiaban en los niños de la casa, que, si bien, estaban exultantes por el hecho y por la curiosidad fueron los que mejor los entendieron y protegieron. Nunca hubo tanto silencio en ese patio... Sólo el leve ruido del disparo de la cámara fotográfica. Porque no podíamos evitar obtener ese testimonio.



La segunda vez logramos seguir, inclusive, el proceso de vuelo de los pichones. ¡La maravilla!
Me digo, me pregunto... ¿dónde están los pájaros ahora? ¿dónde anidan? ¿dónde festejan el ciclo de la vida en esta ciudad terca de ruido y cemento, cuando sabemos que en estos mismos parajes abundaban las aves?
Muchas veces me despierto pensando en los colibríes, aún en invierno...

"...pájaro que se posa poema esperado" Juan Cunha.


A veces me despierto pensando en colibríes:
en la inmensa vida de sus diminutos cuerpos,
en la genuina libertad de sus ligeras alas.

A veces, en invierno, recuerdo la tibieza vital
con que han honrado mi casa.
Un nido pequeño que se iba ensanchando
para comodidad de sus huéspedes.
Un ir y venir con alimento,
y el silencio profundo de la siesta.

A veces, la lluvia, revive en mí
el deseo de un nuevo canto,
las ansias de una primavera esencial.
Y añoro a los colibríes:
a los de la infancia
que despertaban cuentos y leyendas;
a los del ayer inmediato... los mismos,
que bendijeron mi hogar
y crearon más historias.

¿Qué corazón los cobijará mañana
de las inclementes manos
en esta ciudad escasa de flores
y terca de ruidos y cemento?