¿Qué sucede cuando te ponés a ordenar porque decidiste que hay un montón de cosas viejas de las que tenés que deshacerte?
Encontrás un facsímil que ya es viejo de una publicación más vieja todavía, como es lógico. Lo abrís al azar y descubrís una belleza de 95 años.
Te enamorás, como la primera vez que lo leíste, cuando todavía ibas al secundario.
Te olvidás, de pronto, lo que viniste a hacer a la biblioteca.
Llevás el poema contra tu pecho, lo apretás con ternura y decidís que hay cosas a las que todavía les falta años y años para envejecer.
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