I Costureros de viaje o multiplicación de los hilos.
Uno es reliquia y otro, pura nostalgia.
Caja de chocolates "Día de los enamorados", éste;
monedero dorado de la abuela, aquel.
Hay un tercero de vida ambulante y constante.
Lata mediana de caramelos intervenida,
y con cambio de contenido.
Agujas de ojos grandes, como las mujeres de Mastretta.
Hilos de bordar de colores, texturas, grosores
y edades diversas donde también viven los ancestros.
Alfiletero hecho de esponja en desuso forrada en tela.
Tijera plegable made in China.
Enhebrador. Dedal.
Sale algunos domingos rumbo a Plaza Irlanda
(colectivo~ tren~ caminata)
y se abre al encuentro de telas, bastidores,
charlas y canciones.
Se despliega como otros sobre la mesa larga,
se integra, se pierde por momentos
bajo la sombra del gigante amigo
o la caricia de la bandera comunitaria.
Las telas dicen, piden y reclaman:
justicia, un espacio de memoria,
que el dolor se transforme en lucha;
y las agujas que suben y bajan,
labran las historias.
El costurerito o bordaderito
entre semana sale al jardín
del fondo de la casa.
Aunque la mesa es pequeña y la soledad, grande,
igual se destapa
y en medio del amoroso desorden
que trajo de la plaza
y, a pesar de los hilos ya usados,
revela que se volvió
con muchas hebras de más
y con gran deseo
de seguir contando hasta el próximo abrazo
en Caballito.
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Las telas dicen, piden, reclaman. |
Manos compañeras bordan bandera comunitaria |
20 de diciembre de 2024
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